– No valgo para nada.

– ¿Qué hechos demuestran que eso que afirmas es cierto?

– Escribo con muchas faltas de ortografía. Me cuesta mucho encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que quiero decir. No he conseguido publicar ningún libro. Mis artículos no los ve nadie.

– Sabes que muchas de esas cosas no son ciertas. ¿A que sí?

– Cometes faltas de ortografía. ¿Yyyy? ¿Qué pasa por confundirte si una palabra se escribe con b o con v? ¿No existen los correctores ortográficos? ¿Para qué están? Luego está lo de encontrar las palabras adecuadas. ¿Cómo que no las encuentras? Buscas y encuentras. ¿Qué te crees, que un escritor o un periodista tarda dos minutos en escribir algo? Tardan horas y horas. Escriben una cosa. Y cuando está escrita, les viene una idea y tienen que retocar todo lo anterior para conjugar los verbos, las acciones, todo. ¿Y las palabras? El vocabulario es infinito. No podemos sabernos todo el diccionario de la RAE. ¿Qué te lo quieres estudiar? Tú mismo. Pero hay cosas más fáciles. Están los diccionarios de sinónimos. Tienes páginas de internet que te ayudan a encontrar sinónimos, antónimos, frases hechas relacionadas con la que les pones. ¿No puedes sacar de ahí infinidad de palabras que a lo mejor no se te habían ocurrido antes y encima relacionadas con lo que estás escribiendo? ¡No me fastidies!

– Pero, ¿y escribir y publicar un libro? Cualquier escritor que se precie tiene dos o tres libros publicados sino no tiene más.

– Sigo diciendo lo mismo, eso no significa nada. Los escritores no nacen con libros publicados. Escriben, escriben y escriben y, cuando tienen  escrito aquello que quieren comunicar, lo publican. Pero todo ha sido un paso a paso. Un día hacen un relato, otro día un esquema de todo lo que quieren contar, otro día investigan. Y así infinidad de cosas. Tú haces cosas parecidas. Te sientas, estudias, te documentas sobre lo que vas a escribir, te sientas delante del ordenador y escribes lo que quieres contar. Es lo que haces con tus artículos. Un libro es como un artículo, pero un poco más largo. El escribir un libro tiene su dedicación y su tiempo. No se hace en dos minutos. Sigue. Continúa. Confía en ti. La clave está ahí, en que confíes en ti.

– ¡Yo no valgo para nada! A las pruebas me remito.

– Vuelvo a decir lo mismo. ¡Eso no es cierto! Según vas escribiendo cada día escribes mejor. Tienes más vocabulario. Tardas menos en documentarte. Cada día sabes más cosas con lo que tienes que buscar menos. Y es más, hay infinidad de cosas que haces maravillosamente bien. ¿Cuántas metas has logrado? ¿A cuántas situaciones difíciles te has enfrentado y las has superado con matrícula de honor?

– Bueno, pero eso es pasado.

– Vale. Eso es del pasado. Pero seguro que cuando estabas en esa situación difícil pensabas lo mismo. Te veías sumido en un pozo del que pensabas que no podías salir. ¿A que sí?

– Si.

– Pero has salido. ¿Verdad? Aquí estás sano, feliz, radiante. ¿Que hay cosas que aún no has logrado? ¿Metas que aún no has alcanzado? Yo también. El día que alcanzamos uno de nuestros objetivos, después de celebrarlo y disfrutar con él, buscamos otra meta que alcanzar a la que prestamos nuestra atención y a la que ponemos nuestra ilusión. ¿Por qué no ves el escribir un libro como tu próxima meta? ¿Por qué no lo ves como algo a lo que vas a llegar sí o sí?

– Hombre. Visto así es fantástico. Me entran ganas de hacer cosas. Me da ilusión.

– Pues eso es lo más bonito. Es el trampolín que te lanza a donde tú quieres. Te da fuerzas. Te da ánimos y ganas de hacer las cosas. Es maravilloso ponernos metas. Pero más maravilloso aún es reconocer nuestros logros pasados. Todos tenemos infinidad de situaciones que nos han hecho aprender, situaciones que antes veíamos como algo insalvable y que, a pesar de ello, hemos superado. Pero las damos como banales. Les quitamos importancia. ¿Por qué no valorar todo aquello que lograste en el pasado? ¿Todos esos retos los que tuviste que superar y has superado? Fíjate en ellos. Ese es el mejor modo de ver lo que realmente vales y darte toda la fuerza que necesitas. ¡Adelante!

-Sara Estébanez-

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