– Mamá, no consigo aprobar matemáticas. Por más que estudio, nada. Ya lo has visto. Está claro, no valgo para las matemáticas.

– Y cuanto más te digas que “no vales para las matemáticas”, más improbable es que las apruebes.

– ¿Eso por qué? No lo entiendo. Menuda estupidez. ¿No?

– Fíjate. Uno, piensas que nunca vas a aprobar. Dos, te sientes mal con ellas, desmotivada, sin ganas de nada. Tres, cuando estudias, si es que estudias, lo haces con desgana, sin interés. ¿Te suena esto de algo?

– Sí. No podías acertar más. Estoy tan desanimada, que me cuesta ponerme. – Dijo Silvia cabizbaja. – Es siempre un no entender, lío tras lío. No puedo, es imposible.

– Con esa forma de pensar es normal que no apruebes. Tus pensamientos, tus sentimientos y tus acciones de centran en lo mismo “No voy a aprobar.”. ¿Así cómo quieres aprobar? Es imposible.

– ¡¡Ya!! ¿Y qué quieres que haga? Es verdad. Si suspendo matemáticas, ¿qué quieres, que lo celebre y me ponga a dar saltos de alegría? No puedo estar contenta. Y mucho menos pensar que valgo para las matemáticas. ¡Es imposible!

– Tienes razón. Así, según lo planteas es verdad. Pero te voy a proponer una cosa. Mira.

– ¿Qué narices de que “así según como lo planteo“? Es la pura verdad. No hay forma de que yo apruebe.

– ¿Y si tú pudieses cambiar eso que llamas “verdad”?

– No lo entiendo.

– NUESTRA REALIDAD ES EL RESULTADO DE LO QUE PENSAMOS + LO QUE SENTIMOS + LO QUE HACEMOS. Analízalo a la inversa. ¿Qué te sucede con otra asignatura? Historia. ¿A que la situación es totalmente diferente?

 

LO QUE PENSAMOS + LO QUE SENTIMOS + LO QUE HACEMOS =

NUESTRA REALIDAD

 

– ¡Y tanto! ¡Me encanta! El profesor es encantador. Cada palabra, cada ejemplo, cada cosa que cuenta lo cuenta con tanta pasión, con tanto entusiasmo, que despierta ilusión en todos.

– Seguro que sí. ¿Pero aprueban todos tus compañeros? Lo más probable es que alguno suspenda y no piense lo mismo que tú de él y de la asignatura.

– ¡¡Claro!! Alejandro no ha sacado más de un 4 nunca. Y mira que estudia. Pero nada de nada.

– ¿Y por qué crees que le pasa?

– Pues no lo sé.

– ¿Quieres que te diga el por qué? Porque cuando estudia se está diciendo a sí mismo que tú: “No valgo para esto.”, “Esto es un aburrimiento.”, “Es una pérdida de tiempo.”

– Sí, muchas veces lo dice.

– Y cuanto más se lo diga, más difícil será que saque adelante la asignatura. La clave está en cambiar de forma de pensar. Si en vez de decirte a ti misma afirmaciones negativas como “no valgo”, te dijeses algo positivo, la cosa cambiaría.

– ¿Positivo como qué? Por ejemplo, “Me resulta fácil aprobar matemáticas.”, “Valgo para las matemáticas.”, “Las matemáticas son un placer para mí.”…

– Pero eso no es cierto.

– Vuelvo a decirte, tu realidad es el reflejo de lo que piensas + lo que sientes + lo que haces. Con lo que si comienzas a cambiar tus pensamientos y lo que te dices a ti misma, tus sentimientos serán totalmente diferentes. ¿No te parece? ¿Cómo te sentirías pensando que las matemáticas son fáciles para ti?

– ¡Pues bien, claro!

– Pues ahí está la calve porque, además, ese sentirte bien lo que hará es que cada vez que te pongas a estudiar, lo hagas con ilusión y que tengas ganas de hacerlo. Incluso, te digo más. Las imágenes mentales que nos hacemos tienen una gran fuerza. Con lo que otra cosa que te puede ayudar un montón es que te imagines a ti misma con tu objetivo logrado. Recibiendo el examen corregido y con una puntuación mayor que un 5. Que te visualices celebrándolo. Ahí tus sentimientos, y tus emociones serán totalmente diferentes y tu energía en cuanto a las matemáticas cambiará. Las cogerás con más ilusión, te centrarás más en ellas.

– ¿De verdad?

– Sí. Pero en vez de dar como cierto esto y ya está, te invito a que lo pruebes. Cambia tu forma de pensar. Pon en lugar de tus pensamientos negativos otros positivos. Imagínate a ti misma aprobando, celebrándolo, sintiendo aquello que sentirás cuando las saques, pero como si ya estuviera aquí. Luego me lo cuentas.

 

-Sara Estébanez-

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