En nuestra vida todo tiene sus ciclos, su ritmo. Lo que pasa es que muchas veces no somos conscientes de ello. Por ejemplo, la circulación sanguínea. Tiene dos períodos, sístole y diástole. Cuando está en sístole, está tomando la sangre oxigenada por nuestros pulmones a través de las arterias. Se está rellenando con toda ella tomando toda su energía. En el momento en el que está al 100%, en cuanto se llena por completo, empieza el proceso de diástole. Se contrae y lanza toda esa sangre oxigenada, pura, con energía, con fuerza hacia todo el cuerpo a través de las venas. En ese “empujar” de la sangre se vacía. Se queda sin sangre. Pero instantes después vuelve a tomar sangre de las arterias. Y así hasta el infinito. Esto es lo que nos permite vivir. Va de un polo a otro, de estar “lleno” a estar “vacío”.

O con las estaciones. Todos sabemos que tenemos cuatro estaciones invierno, primavera, verano y otoño. Este ciclo es infinito. Pasamos de una estación a otra continuamente. Pero hay más. Si te fijas, cada dos estaciones vamos al polo contrario. Un polo es entre el verano y el invierno. Uno con temperaturas elevadas y sin casi precipitaciones. Y otro con temperaturas bajas y un alto grado de precipitaciones de todo tipio. En el otro lado, en la otra polaridad están la primavera con su rebrotar con sus florecimiento, y el otoño con su “resecamiento” de las plantas, con su pérdida de hojas.

Pero después, todo en sí es un ciclo. Pasamos de frío y precipitaciones (invierno) a un renacer de las plantas proporcionado por ese “riego” recibido en el invierno y ese aumento de las temperaturas con respecto al invierno. Pero claro, esas temperaturas siguen subiendo y llega el verano. Suben y suben. Pero suben tanto, que llega el momento en el que esas flores, esa energía de las plantas va menguando hasta que todas ellas pierden sus hojas. Las temperaturas siguen bajando hasta que llega el invierno y todas las plantas entran en estado de letargo. Y así todo una y otra vez.

Esto que vemos tan claro, tan claro que no lo ponemos en duda y lo damos por sentado, se da en todo los ámbitos de nuestra vida, además por escalones. Si no, fíjate.

1: No tengo trabajo – 2: Busco trabajo – 3: Encuentro trabajo. 2 bis: – Pero ese trabajo no me gusta, gano poco… – 1 bis: Entonces me vuelvo a poner a buscar trabajo, otro trabajo que cumpla los requisitos que buscaba en el paso 2 bis.

Si te fijas todo es una oscilación pendular. Es un proceso que va del lado negativo de nuestra meta de 1 (no tengo trabajo) al positivo de mi meta ya lograda en el 3 (de ya tengo trabajo). Después de ese, “tengo trabajo” va a la búsqueda de otro trabajo 1 bis.

Y esto sucede con todo aquello que te propongas. Todo tiene sus escalones de avance y retroceso. No las consigues al instante. No subes del piso bajo al 7º así al instante. Habrás de subir piso por piso, 1º, 2º, 3º  y así hasta llegar al 7º. Y después, para bajar, habrás de hacer lo mismo, 7º, 6º, 5º… Vas del polo de la planta baja a la planta alta de un edificio. Tantos pisos subes, tantos pisos bajas.

Hasta aquí todo perfecto. Pero fíjate en una cosa. Cuantos más pisos subas, más pisos habrás de bajar.

¿Por qué te cuento esto? Porque sucede a todos los niveles. No es sólo a nivel físico como en lo que decíamos con los escalones de nuestro edificio. También sucede a nivel emocional. Cuanto mayor sea el grado en el que vas hacia el lado positivo, mayora será el grado hacia el que te vayas en el negativo. Como los péndulos, que van de un lado al otro recorriendo siempre la misma distancia en ambos lados. Claro, que si no le damos impulso, éste progresivamente va reduciendo la distancia de recorrido en cada lado hasta llegar al centro.

Esta “reducción de la distancia del recorrido” nos va proporcionando más paz, más tranquilidad. En todo ello se basa la filosofía taoísta. En estar lo más posible en el centro y no oscilar entre polaridades. Es lo que ellos llaman “estar en el nirvana”.

¿Hasta dónde quieres llegar en tu oscilación pendular? Lo que tú quieras. Está en ti elegir la “temperatura” que más te guste.

-Sara Estébanez-

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