– Bffff!! No puedo más. Esta situación me saca de quicio. – Pensó para sus adentros. – Mira que yo velo por mi familia, pero ellos no me tienen en cuenta para nada. Es como si yo no existiese para ellos.

– ¿En qué lugar estás dentro de la familia? ¿Dónde te colocas? ¿Cuál es tu lugar? – Le contestó de repente la mujer que estaba sentada a su lado. Antes no estaba. Era como si hubiera aparecido de repente. No sabía cómo, pero había “escuchado” lo que estaba pensando.

– No entiendo tu pregunta. ¿Mi lugar?

– Cada uno tiene un lugar que le corresponde. Todo tiene su orden. No sólo dentro de la familia, en todos lados, el trabajo, los amigos… En cualquier sitio que se te ocurra.

– ¿Cómo es eso? – No entendía nada de lo que le estaba diciendo.

– Cuando no se respeta el orden es cuando surgen los conflictos y los problemas en las relaciones. Si no se respeta el orden en la pareja, el conflicto es con la pareja. Si es con hermanos, entre los hermanos. También pueden ser con los hijos, con el jefe o con los amigos. ¿Y qué tipo de conflictos? De todo tipo, de poder, por el dinero, por lo que haces o dejas de hacer, por celos, envidias etc., etc., etc. En definitiva, malas relaciones. Te lo voy a explicar con animales y no con personas para que te sea más fácil.

– Vale.

– ¿Ves esta imagen del camino en el bosque con cuatro animales?

– Sí.

– ¿Cuál dirías que es el que tiene más fuerza dentro de los cuatro? Como si dijésemos el que manda.

– Pues el gato porque puede cazar al conejo y a la oveja y asustar a la abeja.

– Así no es. Recuerda, lo que lo determinaba era el orden en el que se colocasen, no lo que pudiese hacerle el uno al otro.

– Pues entonces no lo sé.

– La energía masculina, la energía yang, es la que está a la derecha. Piensa en tu cuerpo, la energía activa, de fuerza, está a tu derecha. ¿Entre ellos qué animal es el que está más a la derecha? No a tu derecha, sino en la colocación entre ellos, en la dirección que ellos están mirando. ¿Cuál está a la derecha?

– No sé.

– Imagínate que estás al lado suyo, mirando en la misma dirección. ¿Cuál dirías que es?

– El conejo.

– ¡Efectivamente! El conejo es el que está más a la derecha. A su derecha no hay nada. Los otros tres animales están a su izquierda.

– Y siguiendo esta misma regla de tres, ¿cuál sería el siguiente con más poder?

– Pues la abeja, después la oveja y, por último, el gato.

– ¡¡Justo!! No lo podías haber dicho mejor.

– Pues ahora ponemos esto mismo con las relaciones entre personas, en tu caso en la familia. Como en el caso de los cuatro animales, están el padre, la madre, el hijo mayor y el pequeño. ¿Cómo los colocarías?

– Pues a la derecha del todo, donde están el conejo y la abeja a los padres. Y a los hijos, donde la oveja y el gato.

– Vayamos ahora a tu día a día en casa. ¿Os colocáis en este orden?

– No, para nada. Estamos descuajeringados. No respetamos ese orden. Cada uno va por su lado. – Contestó percatándose de cómo la relación de entre unos y otros era acorde a lo que estaba diciendo aquella desconocida mujer. – Pero, aunque los padres estén en la derecha y los hijos a su izquierda, ¿qué orden tendría que haber entre los padres? ¿Y entre los hijos? Entre ellos también tiene que haber esa relación. ¿No?

– Así es. De entre la pareja, ¿quién dirías que se tendría que poner a la derecha y quién a la izquierda? Recuerda que la energía masculina va a la derecha.

– Mmm, siguiendo esta regla, el hombre estaría a la derecha y la mujer a la izquierda. Pero insisto, ¿y los hijos?

– El mayor ha llegado antes, con lo que entre ellos, el que deberá estar a la derecha será él.

– Es decir, el orden tendría que ser el padre, la madre, el hijo mayor y el hijo pequeño. ¿No?

– Sí.

– Es como el dibujo de los animales. El padre sería el conejo, la madre la abeja, el hijo mayor la oveja y el pequeño el gato.

– ¡Justo! ¿A que no os ponéis así en casa?

– ¡Para nada!

– Pues vamos a hacer una cosa. Prueba a cambiar estas posiciones y colocaos en el orden que acabas de decir, y dentro de un tiempo, me cuentas a ver si todo sigue igual o algo ha cambiado. ¿Te parece?

– Pero, ¿cómo te volveré a ver? No sé cómo encontrarte.

– No te preocupes. Ya apareceré yo.

 

-Sara Estébanez-

 

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