Un día, así sin ton ni son, mi madre me dijo una frase que me dejó pensativa: “Tus tías son muy malas. Sólo puedes fiarte de tu tío Ramón.”.
Yo no entendía el porqué de esa frase, ni le encontraba sentido. Para mí, las hermanas de mi padre me parecían maravillosas. Me recibían en su casa como alegremente. Cada vez que me cruzaba con ellas, vivíamos cerca, todo era una cara de sonrisa y alegría por su parte. Pero esa frase que mi madre me dijo se quedó tatuada en mi mente. ¿Cómo podía ser que mis tías fuesen malas? Para mí todo era siempre amor.
Y un día, ni corta, ni perezosa, se lo pregunté a mi tía Merche. “¿Tía vosotras sois buenas?” Su cara de sorpresa fue impresionante y casi con las lágrimas en los ojos, me respondió que sí. Y me preguntó por el motivo de la pregunta. Yo, inocente de mí, le conté la verdad.
Nuestra relación siguió siendo la misma: mi madre en su casa y mis tías en la suya, pero nunca estaban juntas. Yo eso lo veía como algo normal. Mis padres se habían separado, con lo que no tenía sentido que mi madre compartiese mesa con ellas. Y yo veía a mis tías o por el barrio o cuando iba con mi padre a alguna comida familiar.
Pero ahí estaba siempre en mi mente la duda. Alguna tenía que ser mala para que mi madre hiciese ese comentario. ¿Lo era mi madre por haberme dicho eso? ¿O lo eran mis tías y yo no lo estaba viendo?
Como no sabía la respuesta a mi pregunta, todas ellas fueron a mi boda, tías y madre. No sé si intercambiaron palabras o no. Mi mente estaba en otras cosas.
Después de un largo tiempo, me quedé embarazada. Pero con tan mala suerte de que perdí al niño. Fue un aborto natural. Mi madre ya había muerto, con lo que no pudo estar ahí conmigo en tan duros momentos. Pero, ¿y mis tías? Tampoco estuvieron. Estaban vivas y siguen vivas y desaparecidas como el aire.
Eso sí, después de varios años, ya no espero ninguna llamada suya de apoyo por la pérdida de mi hijo. Ahora ya entiendo las palabras de mi madre advirtiéndome de que “mis tías eran malas”. Me estaba advirtiendo para evitarme cualquier sufrimiento generado por ellas.
No sé qué maldad cometieron contra mi madre para que hiciese ese comentario, pero yo la heredé. Hicieron conmigo algo parecido.
-Sara Estébanez-