La ciencia afirma que tenemos unos 60.000 pensamientos al día. Esto equivale a 42 al minuto. Además, la mayoría de ellos son negativos. ¿Por qué? ¿Qué función tienen dichos pensamientos negativos? Nos protegen ante un posible ataque.
Por eso la mayoría de nuestros pensamientos son negativos. Para mantenernos alerta y así proporcionándonos la mayor seguridad posible. Hasta aquí todo perfecto. Es una herramienta de supervivencia para la especie.
El problema surge cuando analizamos este “estar alerta ante el peligro” desde el principio de Mentalismo. Según dicho principio, aquello a lo que pones atención es lo que atraes a tu realidad. Es decir, si me centro en “un posible ataque”, eso es lo que atraeré a mi vida, un ataque.
Entonces, lo siguiente que solemos hacer cuando nos viene un pensamiento negativo a la mente es poner un “NO” por delante de nuestra frase inicial. Veámoslo con un ejemplo.
Imagínate a una persona que va por una callejuela perdida, apartada de la civilización. Probablemente, lo primero que se le venga a la mente a esta persona sea algo así como “Me van a robar. Seguro que me va a pasar algo. Este sitio es peligroso.” Y miles de cosas más.
Según vaya reiterando en ese pensamiento, su nivel de estrés emocional subirá. Empezará a sentir miedo en todo su cuerpo hasta llegar a ponerse a temblar mirando por cada recoveco por si aparece alguien sospechoso.
Entonces, lo siguiente que solemos hacer ante este tipo de situaciones es pensar en que No va a suceder aquello en lo que estábamos pensando. En el caso de nuestro personaje, pensará algo así como “No me van a robar.” Y se lo repetirá hasta la saciedad.
El problema es que *EL CEREBRO NO PROCESA LA PALABRA “NO”.
Veamos cómo sucede esto.
Cuando la persona de nuestro ejemplo se está repitiendo permanentemente el “No me van a robar.”, en realidad está centrando su atención en eso, en el robo. Incluso, está sintiendo como si de verdad estuviese siendo atracada en ese momento. Está vibrando en un continuo atraco.
¿Entonces qué es lo que pasa? Está pensando y sintiendo que la atracan. Y claro, finalmente aparece su atracador y le despoja de todos sus bienes.
Es puro Principio de Mentalismo: PENSAMIENTO + EMOCIÓN = RESULTADO
Por lo tanto, si quiere que realmente no aparezca el atracador y terminar su recorrido por ese callejón llegando sano y salvo a su destino, deberá cambiar sus pensamientos. Pero sin usar en ningún momento la palabra “NO”. ¿Cómo? Formulando sus pensamientos en positivo.
Estarás conmigo que si en vez de pensar “Me van a robar”, se repitiese mentalmente “Voy seguro hasta llegar a mi destino”, sus emociones serían totalmente diferentes y el resultado que obtuviese sería otro. ¿Verdad?
Ahí está la clave, en pensar en lo que sí deseamos, y no en aquello que aborrecemos y no queremos para nuestras vidas.
Y lo mismo pasa en nuestras conversaciones con los demás ya sean parejas, compañeros, amigos o hijos. Solemos decirles lo que no queremos que hagan. He aquí otro ejemplo que lo ilustra.
Pongamos que te digo “No pienses en un helado de tu sabor favorito.”. ¿Qué vas a hacer instantáneamente? Justo lo contrario. Pensar en tu helado favorito. Y te estoy viendo por el rabillo del ojo. Seguro que tus glándulas salivales están hiperactivas en este momento. ¿A que sí? Pero claro, has hecho justo lo contrario de lo que yo te había dicho. ¿Por qué? Porque me he centrado en lo que no quería que hicieses, no en lo que realmente deseaba obtener de ti.
Si en vez de decirte que no pensases en un helado de tu sabor favorito, te hubiese dicho algo así como “Disfruta de un día de playa bañándote en el mar.”, ¿tu respuesta hubiera sido la misma? ¿Verdad que no? Ahí está la clave, en lo que decimos.
Cuando hablamos con alguien debemos decirle lo que realmente deseamos que haga, no lo que queremos evitar que haga.
¿Conclusión?
CÉNTRATE EN LO QUE REALMENTE DESEAS TENER EN TU VIDA USANDO FRASES AFIRMATIVAS.
– Sara Estébanez –