Todos formamos parte de un clan, de un sistema familiar que está compuesto por dos ramas: cada uno proviene de uno de nuestros progenitores.
En todas “las familias extensas” ocurren acontecimientos y/o situaciones más o menos duras, traumáticas o que complican la adaptación de los miembros. Ante un acontecimiento cada persona lo observa desde su perspectiva y posición en la familia. Y de ahí se genera una señal emocional, seamos conscientes o no.
Ambas ramas de las que procedemos nos transmiten información variada: color de ojos, estatura, vivencias de traumas (no el trauma en sí, sino las secuelas del trauma)…. El conocimiento de todo ello nos puede facilitar el camino de la vida. El desconocimiento y/o la negación de que esto ocurre nos pueden impedir desarrollarnos como seres humanos.
Quizás te parezca extraño o absurdo todo esto que te cuento, pero desde que descubrí muchos de los acontecimientos que habían vivido mis ancestros y fui conociendo su historia, mi vida es más plena en el presente.
Cada cual puede llegar hasta dónde considere de indagación. A mí me llevó hasta mis tatarabuelo/as. A conocer sus historias, investigando tanto dentro de mí entorno como fuera.
Puede que te estés preguntando ¿Cómo puedo hacer esto? Tan sencillo como empezar a hacer tu Árbol Transgeneracional, que es mucho más complejo que el Árbol Genealógico. Aunque si quieres puedes empezar por el Genealógico estará genial.
El Transgeneracional es mucho más allá que saber cómo se llaman nuestros ancestros, cuestión importantísima además. Se trata de conocer cuándo nacieron, cómo murieron y cuando, vivencias que tuvieron, secretos familiares, a quién se le excluye y porqué….
Todo lo que se puede conocer y sacar a la luz es información de nuestras raíces que nos pueden ayudar a ir en busca de nuestros sueños.
¿Te atreves a bucear en tu historia familiar? Te esperamos para ayudarte en el camino.
-Ruth Fernández-