En muchos de nuestros artículos lo hemos comentado, “los demás son un reflejo de nosotros mismos”, “fuera veo lo que hay dentro” y lo que te voy a contar ahora también lo es.

Dentro de esta sociedad de consumo en la que estamos inmersos, hay infinidad de interacciones económicas entre vendedor y comprador. ¿Verdad? Pero yo me pregunto. ¿Qué hace que dos personas vendan el mismo producto, pero que uno cobre más que el otro? ¿Será que el que cobra más es un egoísta o que se cree el “Dios del mambo”?

¿Y con el que cobra menos qué pasa? ¿Lo hará más barato para poder llegar a más gente, porque piensa que su trabajo no es bueno, porque aún no se cree ducho en el tema?

No lo sé. No puedo decirte la respuesta que daría cada uno. Ni qué es lo que determina que uno u otro decida cobrar más o menos. Pero lo que sí te puedo afirmar, es que los clientes de cualquiera de nuestros dos personajes serán un reflejo de ellos mismos. ¿Recuerdas? “Como es adentro, es afuera.”, base de la definición del Principio de Correspondencia.

Y en verdad es así. Cada uno atraerá a su realidad clientes que “demuestren” lo que internamente piensan. Su creencia sobre sus capacidades y la calidad de sus servicios será la misma que ellos internamente tengan. Lo mismo pasa con su concepto sobre el dinero, si es limpio o sucio, si es fácil de ganar o no… Y así un largo infinito. Los demás son nuestro propio reflejo.

Veámoslo de otro modo.

¿Qué concepto crees que tiene el dueño de El Corte Inglés, por poner un ejemplo, sobre sí mismo, sobre la bondad y la calidad de sus servicios y sus productos, sobre la conveniencia de tener millones y millones de euros? Seguro que su autoestima es muy alta. Dará una nota muy alta a las cualidades de su negocio. Y ya, ni que decirte su concepto sobre el dinero y sobre la riqueza. Lo verá como algo totalmente correcto. Si no fuese así, su negocio se iría a la quiebra. ¿Por qué?

Sus clientes son su propio reflejo. Les da igual pagar más dinero por el mismo producto o servicio. Para ellos, si lleva detrás la marca de “El Corte Inglés” tiene mucho más prestigio que ese mismo producto vendido por otra persona. Pero todo empieza él. Todo se basa en el propio dueño del negocio piense y crea sobre la calidad de sus servicios y sobre su merecimiento o no a ganar más dinero y/o ser rico.

Insisto, nuestros clientes son nuestro propio reflejo. Si creo que el servicio que doy vale poco, mi precio será bajo. Pero además, mis clientes así lo mostrarán. No darán valor a lo que hago. Incluso, les parecerá caro lo que cobro por el servicio que doy. De igual modo, si mi relación con el dinero es insana y creo que es sucio, mis clientes así lo mostrarán y me darán a ver que lo que les doy por lo que les cobro no vale para nada.

Claro, que a la inversa pasa exactamente lo mismo. Si tengo una buena relación con el dinero y creo en mis capacidades y mus cualidades como profesional, a mi negocio vendrán clientes que así lo crean. Y pagarán el precio que ponga aunque sea el más alto de la competencia.

¿Conclusión? En tus manos está decidir qué tipo de cliente deseas tener. Pero claro, todo estará condicionado por tus creencias sobre el dinero y tus cualidades como profesional.

-Sara Estébanez-