Era de noche. La luna estaba en cuarto menguante, pero me dio igual. Salí de casa y fui andando pasito a pasito. No sabía qué me podía encontrar. Pero necesitaba recargarme energéticamente. Acababa de discutir con mis amigos. El día fue horroroso. Todo fue mal por todos lados. Me encontraba sin batería. Cogí mi abrigo y al campo que me fui a dar un paseo.

No sé cómo fue, pero mis pasos me llevaron a un bosque que no conocía. No sabía dónde estaba, pero continué caminando.

Al rato, vi una sombra enorme. Me dio tal susto, que no pude por menos que dar un salto atrás dando un respingo.

– ¿De qué te asustas? – Me preguntó.

– ¿Me estás hablando a mí? – Le exclamé.

– ¿Ves a alguien más por ahí?

Miré a todos lados y efectivamente, nadie había cerca de mí.

– Me has asustado. ¿Quién eres? – Le interrogué.

– En realidad no me conoces, pero siempre estoy contigo. Soy esa parte de ti que te hace cuestionarte las cosas. La que piensa diferente a los demás y no deja que los que te rodean te impongan la forma en la que has de vivir. ¿Te suena eso de algo?

– Sí. – Asentí todavía un poco temerosa.

– Hoy has tenido un día horrible. Lo sé. Pero si lo analizas, ¿ves dónde está el origen de todos tus conflictos con los demás en el día de hoy?

 

Pensé. Fui recorriendo situaciones y conversaciones. Efectivamente, tenía razón. Todos los conflictos estaban generados por mis desavenencias con las personas de mi alrededor y por no aceptar que decidiesen por mí, ni que dictasen lo que la sociedad tiene establecido que debo ser.

 

– La sociedad tiene prestablecido cómo debemos actuar y ser. Si no, mira las modas, las películas o las series que no te enseñan nada. Piensan por ti y deciden por ti y si te sales del círculo, malo. Te genera conflictos, como los que has tenido con tus amigos. Que también pueden ser con familiares, parejas, compañeros de trabajo o jefes. Con cualquier relación personal que tengas con alguien. Si no haces lo que el resto hace, tratan de convencerte de que estás equivocada, te critican y te sacan del grupo.

– ¿Y qué hago? – Le pregunté algo agobiada.

– Ponte un paraguas interno. Déjales que hablen y hagan lo que quieran. Para ellos, ellos serán los que estén en lo cierto y seguirán tratando de convencerte de que tienen la razón absoluta. Sigue tu corazón. Ignora lo que te digan. En tu fuero interno tú sabes qué es lo correcto para ti. Tú tienes las llaves de tu vida. Tómalas y ve a por tus sueños. Si no persigues lo que tu corazón te pide, por muchos años que vayas cumpliendo, ahí estarán ellos, esperándote.

Era sensacional. Tenía razón. Sus palabras me llenaron de energía, como las gotas de agua que bañan una fuente. Tus sueños son tuyos y quien tiene que ir a por ellos eres tú, nadie más. Tu propio poder es tuyo y si haces lo que los demás quieren, o te dicen que es lo correcto, estarás dándoles tu poder a ellos y dejando tu vida en sus manos.

No sé cómo fue, pero ahora me sentía llena de energía. Mi batería se había recargado. Y me encontraba con la fuerza que necesitaba para seguir lo que mi corazón siempre me había pedido, pero que por un motivo u otro había dejado atrás.

Volví a casa y comencé a planificar las cosas para ir a por ese sueño que siempre me había seguido.

-Sara Estébanez-

 

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