En nuestra vida nos han enseñado a dar las gracias a otro cuando nos da algo. Por ejemplo, vas a la compra, pides un cartón de leche, te lo dan lo coges y das las gracias. Hasta aquí todo perfecto. Pero hay muchas más cosas por las que dar las gracias, casi todo, por no decir todo. Habitualmente no valoramos lo que hay a nuestro alrededor, ni lo que tenemos. Sólo valoramos aquello que nos gusta y nos olvidamos de todas aquellas cosas básicas que damos por sentado. La educación que hemos recibido que nos ha enseñado a leer y escribir, a sumar y restar, la casa en la que vivimos, el tener la ropa que vestimos, la comida que tomamos, las personas a nuestro alrededor… Lo damos por sentado y no nos sentirnos afortunados por todo ello. Lo suyo es dar las gracias por todo aquello que tenemos, lo que nos gusta y lo que no.

¿Por todo me preguntarás? ¿Por todo nos guste o no? Sí, por todo. Incluso por las personas con las que nos llevamos menos bien. Por todas las personas que nos rodean. Por nuestros amigos, familiares, compañeros de estudios o trabajo… Con todos los que nos rodean independientemente del tipo de relación que tengamos con ellos. Ya sea buena o mala. ¿Por qué por ambas dos? Ahí el Principio de Vibración está presente en su máxima expresión. Aquellos con los que nos llevamos bien son los que vibramos, y con los que no vibramos son con los que tenemos una relación menos grata.

Pero en la vida todo es un aprendizaje.

Esta gente con la que no vibramos son nuestros grandes maestros. Nos enseñan un montón de cosas que sin ellos serían difíciles de aprender: paciencia, tolerancia, respeto por el otro y por uno mismo, poner límites… Pero, además, nos enseñan nuestros propios errores. Claro, eso tampoco gusta. Pero es así. Recuerda, “como es adentro, es afuera”. Y si yo no me valoro a mí mismo y/o al trabajo que realizo, habrá gente que tampoco lo haga. Si no me respeto, lo mismo de lo mismo. Algunas personas me insultarán, me menospreciarán… Y así en todos os ámbitos de nuestra vida.  Por eso también hay que dar las gracias por que estén ahí a nuestro lado. Nos están enseñando cuáles son las asignaturas que debemos aprender y las cualidades que hemos de desarrollar.

Cuando alguien hace o dice algo que nos disgusta, habitualmente, lo que hacemos es enjuiciarlo, ponernos en el papel de víctima y, en muchos casos, llevarnos hacia el rencor. Pero, ¿y si lo viésemos como una ventaja? ¿Cómo sería si en vez de criticarlo lo considerásemos como un beneficio, un aprendizaje? Nos están mostrando lo que nos disgusta. Hasta ahí perfecto. Pero, ver eso que nos desagrada nos permite descubrir qué es lo que realmente queremos en nuestras vidas. Si no te gusta algo, quiere decir que lo que realmente te gusta es algo más cercano a su opuesto. Esto te está mostrando lo que quieres para ti y los tuyos. Y desde ahí ya sabes hacia dónde quieres ir y puedes crear tu plan de acción para alcanzarlo.

En nuestra vida, por lo general, no nos han enseñado a centrarnos en aquello que realmente nos gusta. Nos han educado para hacer lo que dicta la sociedad, a ir por unos caminos que no son los nuestros, seguir unas directrices con las que discrepamos… Pero es lo que decíamos antes, ese ver aquello con lo que discrepamos nos permite ver realmente con aquello con lo que vibramos y estamos a gusto.

A lo mejor desde ahí sí le podemos dar un sentido a todo lo que acontece en nuestras vidas y podemos dar las gracias por todo lo que nos rodea, tanto lo que nos gusta, como lo que no.

-Sara Estébanez-

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