Una creencia es aquello que consideramos como verdadero pero de lo cual no tenemos certeza absoluta. Son pensamientos que tenemos sobre nuestra realidad que para nosotros son totalmente ciertos y verídicos, pero no siempre lo son. Incluso, puede estar demostrada científicamente su falsedad, pero aun así las damos como certeras.
Todo el mundo tiene creencias con respecto a miles de cosas: la salud, la pareja, el sexo, el trabajo, el dinero. Incluso sobre nosotros mismos, nuestras capacidades, nuestro merecimiento o no de las cosas, nuestros deberes y obligaciones, nuestras necesidades y así un largo etcétera.
Éstas, en principio, no tienen por qué ser ni buenas ni malas. Todo depende del efecto que tengan sobre nosotros. Si nos potencian y nos dan ánimos para seguir adelante y alcanzar nuestras metas, maravilloso. Pero si nos impiden luchar por nuestros sueños y tener una vida plena, mal lo llevamos.
De hecho, una misma creencia puede ser limitante o potenciadora. Todo depende de hacia dónde nos lleve la misma. Veámoslo con un ejemplo. Pongamos que creemos que “Mantener sexo con alguien es peligroso”. En sí, esta creencia no es ni buena ni mala. ¿Por qué?
Si pensar en ello me lleva a tomar medidas y practicar siempre sexo seguro con métodos anticonceptivos que me protejan de contraer ningún tipo de enfermedad, genial. Es potenciadora. Por el contrario, si creer que “el sexo es peligroso” me lleva a la abstemia sexual y a no mantener ningún tipo de relaciones sexuales con nadie, es limitante. Y claro, mal lo llevamos. No me permite disfrutar del todo de mi cuerpo ni de mi vida y mucho menos procrear y tener un hijo.
Pero aún hay más. Mis creencias van a condicionar mi realidad. ¿Cómo? Sencillo, lo que yo dé como cierto, así será. Da igual que sea a nivel de relaciones, de estudios, de trabajo… en definitiva, de lo que sea, que lo que yo considere que es real será lo que vea a mi alrededor.
Por ejemplo, si creo que tener una relación de pareja me va a suponer un gran esfuerzo y la pérdida de parte de mis derechos, así será. Pero si pienso que tener de pareja es liberador y me va a permitir llegar más allá de mis límites, mi realidad será esa.
Da igual lo que dé como cierto o no.
El Universo va a mostrarme la realidad que para mí es verdadera.
¿Por qué se da esto? ¿Qué hace que sea así?
Toda creencia nos genera un sentimiento. Da igual qué tipo de creencia sea. En cuanto piense en ella ésta me generará un sentimiento, una emoción. Después, dicha creencia junto al sentimiento que me ha provocado dará lugar a un tipo de comportamiento determinado. Es decir, mis comportamientos y actitudes vienen determinados por mis creencias y por los sentimientos que éstas generan. Y ya, para poner la guinda al pastel, decir que estos comportamientos en los que han derivado mi creencia y mis sentimientos son los que van a condicionar el resultado que obtenga. Claro, que no siempre dicho resultado es el que deseo.
El problema es que muchas veces no somos conscientes de que nuestras experiencias son el resultado de la suma de los pensamientos que generan nuestras creencias junto a los sentimientos y los comportamientos que dichas creencias conllevan.
Mis Creencias + Mis Sentimientos + Mis Comportamientos = Mi Realidad
El problema es que muchas veces no somos conscientes de que nuestra realidad es el resultado de esta ecuación matemática y culpamos a los demás de nuestras experiencias. Pero en verdad no es así. Los responsables de lo que vivimos en nuestro día a día somos nosotros, nadie más.
La base está en lo que damos como cierto y en lo que no. Si cambiásemos de creencias, nuestra realidad cambiaría.
Continuará…
-Sara Estébanez-
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