Todo lo que nos explicó Daniel en nuestra reunión de los lunes me dejó un poco descolocado. ¿Cómo podía ser que uno con sus pensamientos generase su realidad? Lo consideraba algo bastante absurdo y lo dejé de lado.

Mi semana fue tranquila, hasta que de repente, el jueves me atracaron

Iba tranquilamente a casa. A la hora de siempre. Por el mismo camino de todos los días. Llevaba viviendo en esa casa más de diez años y nunca me habían robado. Pero ese día fue diferente. De repente, así, sin comerlo ni beberlo, apareció frente a mí un quinqui amenazándome con una navaja en la mano y pidiéndome que le diese todo el dinero que llevaba encima.

Claro, que ya sé tu respuesta. Me dirás, que es algo normal, que cada día hay más delincuencia. Y sí, tienes razón, pero lo que más me sorprendió es que coincidió con lo que iba pensando.

Ya sabes que mis padres no me daban casi dinero y ese día llevaba un poco más de lo habitual y pensé. ¿Por qué no quedármelo? Así podría gastármelo en algo para mí. ¿Qué hice entonces? Según salía del instituto, pensé en decirles que me habían atracado y así quedarme con todo el dinero. Aun así, no sé por qué, dividí el dinero en dos partes. En un bolsillo del pantalón llevaba unos cuantos billetes y monedas y en otro la cantidad restante.

Al bajar del autobús, iba ahí pensando en mi estrategia. Tenía que llegar nerviosa. Si no, no se creerían mi farsa. Y ahí, que empecé a desarrollar mis dotes de actriz. Empecé a estar temerosa. Iba mirando de un lado a otro vigilando que no saliese ningún ladrón por ningún lado. Y justo, ahí apareció uno mostrándome su navaja y llevándose lo que tenía en uno de los bolsillos.

En realidad, la jugada me había salido bien. Como llevaba el dinero en dos partes, cogí, metí la mano en el bolsillo que había menos dinero, pude quedarme con unos cuantos euros para mí. Iba nerviosa porque me habían robado. Pero había conseguido mi finalidad. Tenía algo para mis gastos personales.

Y es lo que te digo. ¿Cómo pudo ser? En diez años ahí no había aparecido ningún amante de lo ajeno que me amenazase en quitarme nada y justo, el día que iba pensando en que había uno, ahí apareció. Era impresionante. No podía dar crédito a lo que estaba pasando. ¿Sería que Daniel tenía razón?

-Sara Estébanez-

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