– No entiendo el símbolo del yin y el yang. Esas dos mitades de círculos entrelazadas entre ellas y luego con un puntito ahí quieto. Es absurdo. Y luego, encima dicen que forman un Todo. ¡Qué leche un Todo! ¡Ni suma de partes, ni nada de nada! Menuda tontería.
– ¿Tontería? ¿Estás seguro?
– ¡Pues claro!
– ¿Me puedes decir de dónde vienes tú?
– ¿Cómo que de dónde vengo yo? Pues de mi padre y de mi madre. ¿No?
– Totalmente de acuerdo. El yin y el yang representan lo masculino y lo femenino. Y la suma de los dos genera ese Todo que decías antes. ¿Tu padre no es hombre, es decir, masculino y tu madre mujer y lo femenino?
– ¡Claro! Mi padre es hombre y mi madre mujer. Pero de ahí que generen un Todo va un paso.
– ¿No generan un Todo?
– ¡Qué leches van a generar un Todo!
– ¿No? ¿Entonces tú habrías podido nacer sin tu padre o sin tu madre? Para tú nacer necesitaste que se juntaran un espermatozoide y un óvulo. Sin uno de ellos no habría podido haber fecundación. Y sin fecundación tú no podrías existir. Tú eres la suma de esas dos células, una masculina y otra femenina. Y de la suma de esas dos partes surgió un Todo, tú.
– Ya…. Bueno, visto así… Pero… ¿Y los dos puntitos, el blanco dentro del negro y el negro dentro del blanco? Eso sí que no tiene sentido.
– ¡Ya! ¡Si tú lo dices! ¿Me estás diciendo que tu padre siempre está en el lado yang? ¿Siempre está haciendo? ¿Nunca descansa? ¿Siempre está dando y nunca recibiendo? Dentro de las polaridades uno da y otro recibe. Y sin dar y recibir no puede haber una amistad, compañía, o una simple conversación.
– ¿Cómo que no?
– Para que lo veas más fácil, pongamos una conversación. Para que haya una conversación uno tiene que hablar y otro escuchar. ¿Y siempre habla uno y el otro calla? ¿No hay reciprocidad y el que antes estaba hablando ahora está escuchando al que antes estaba callado y escuchándole? Es como nosotros. Unas veces hablas y otras veces escuchas. Y cuando tú hablas, yo escucho y cuando tú escuchas yo hablo. Los dos vamos de un lado a otro, de yin a yang Y la suma de los dos es lo que hace que haya conversación.
– Ya, pero sigues sin decir nada de los puntitos blanco y negro.
– Cuando uno escucha, que se supone que está en modo yin, está quieto, no hace nada, sólo escucha. Pero a la vez que escucha piensa. Piensa, analiza, recapacita sobre lo que el otro está diciéndole y sobre lo que le va a contestar. Es decir, está en modo yang. Y al revés lo mismo. Cuando uno habla, físicamente está en yang, está hablando. Pero a la vez está en yin ahí quieto fijándose en la cara y los gestos de su interlocutor.
– ¿Y eso pasa en todo lo que hay a nuestro alrededor? Yo puedo entender que todo es la suma de un polo masculino y otro femenino. Pero que a veces el masculino sea femenino y a la inversa, ya no lo veo tan fácil.
– Es como lo que te decía antes. Dentro de una relación entre dos personas uno representa la parte más activa y otro la más pasiva. Pero a veces se intercambian los papeles. No estamos activos al 100% todo el día, ni pasivos al 100% todo el día en la relación con una persona. A veces recibimos, y otras damos. Esos son los puntitos del yin y el yang.
– Por fin entiendo un poco más cómo es nuestra realidad.
– Las que tú tienes.
-Sara Estébanez-
Desde CYB hemos creado un grupo de WhatsApp gratuito para todos nuestros seguidores. En él, un día a la semana ponemos un ejercicio relacionado con los contenidos que vemos en nuestros artículos.
Y, además, ahora estamos enviando una canción diaria para ayudar a subir la vibración de nuestros participantes.
Si quieres saber más sobre él pincha aquí.
Si quieres darte de alta en él sólo tienes que pinchar aquí.
Te esperamos.