Muchas veces, cuando hablamos del principio de género lo asociamos a que la unión de lo masculino con su opuesto femenino se genera un todo. Por ejemplo, la creación de un feto que viene generada por la unión de un espermatozoide y un óvulo. Pero la cosa va más allá.

Todo lo que nos rodea, condiciona que el resultado final sea uno u otro. Veamos un ejemplo.

Pongamos que vamos a un restaurante que conocemos. Sabemos que su comida es magnífica. Siempre nos ha gustado. Ahí ya estamos predeterminando un resultado final, la cena de esta noche va a ser maravillosa.

Pero, ¿y si la compañía no es de nuestro agrado? Ahí ya ese deleite de la cena no está tan asegurado. Nuestra vibración cambia, lo mismo que nuestros pensamientos. ¿Consecuencia? Ese “qué bien que vamos a cenar aquí” no es tan maravilloso. Ya le estamos generando un condicionamiento que le va a restar puntos a esa cena. Aunque el restaurante sea el de siempre, la comida sea la misma, el camarero sea el que mejor nos cae. Da igual, ese “ir con gente con la que no vibro” va a generar una cena totalmente diferente a la esperada, a la que siempre hemos tenido.

O que no sea la compañía. ¿Y si la última vez que estuvimos allí fuimos unos bordes con ese camarero que tanto nos gusta? A lo mejor sufrimos las consecuencias de nuestro mal comportamiento. Es el principio de causa y efecto. Lo que yo hice en el pasado va a generar una consecuencia, una comida no del todo agradable para nosotros.

O que esta mañana nos hemos levantado con el pie torcido. O que hoy no funciona el aire acondicionado y nos asamos de calor. Ahí la comida no será tan buena como la de siempre. O al revés, que estamos de celebración porque hemos aprobado una oposición. O estamos celebrando una despedida de novios con gente con la que nos sentimos de maravilla. Ahí, la cosa cambia. Todo será maravilloso.

Fíjate, y sólo es una comida. Una comida, que visto desde el principio de género la veríamos en un “femenino de los alimentos que componen los platos que están en la nevera” (algo quieto y frío) y un “masculino donde estarían las personas que guisan esos platos y los fuegos en los que los cocinan” (algo en movimiento y con calor). La suma de esos dos polos son los que generan un TODO. Los ingredientes + las personas que cocinan = TU COMIDA.

Sin embargo, como habrás podido comprobar, hay miles de factores que determinan ESE TODO. No es sólo la unión de dos opuestos y ya está.

 

-Sara Estébanez-

 

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