Todos hemos tenido miedos. Incluso alguno puede estar ahí aún persiguiéndonos. ¿Por qué crees que siguen ahí en nuestra mente?

La cuestión es que su presencia tiene algún motivo. ¿Para qué dirías que están? Tienen alguna función. Si no, no estarían. Es como cuando tenemos sueño. Está ahí diciéndonos que tenemos que descansar e irnos a la cama. Pues lo mismo sucede con nuestros miedos. ¿Qué crees que te están diciendo?

Es más, también te aportan un beneficio. Volvamos a la somnolencia. ¿Qué dirías que te aporta? Te da esa información de que debes descansar. ¿Y tus miedos? ¿Cuál es su misión? ¿Para qué están ahí? Te están ayudando en algo. ¿En qué?

Esas son las preguntas que debemos cuestionarnos cuando un miedo aflora en nosotros. ¿Qué desea lograr estando ahí? ¿Qué te está diciendo? ¿En qué aspecto de tu vida te beneficia su presencia?

¿Por qué te propongo que te plantees estas preguntas? Porque nuestros miedos van a condicionar las acciones que llevemos a cabo. Y éstas generarán la realidad que vivimos.

Muchas veces escuchamos a gente quejándose de algo. Lo que pasa es que no es consciente es de que detrás de esa queja hay una creencia limitante, o varias, y unas acciones que concuerdan con éstas.

Una queja, es un pensamiento negativo expresando una realidad que le desagrada.

¿Y por qué esa realidad es esa y no otra? Por sus creencias de “no puedo…”, “es imposible…”. No somos conscientes de que con nuestros pensamientos creamos nuestra realidad. ¿Por qué no cambiar de forma de pensar? A lo mejor nos encontramos con cosas que nos agradan y que nos hacen sentir bien.

 

-Sara Estébanez-

 

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