En clase tenían un ratoncito pequeño. Siempre estaba en su jaula, pero un día se salió de ella. No la encontraban. Entonces, la profesora ordenó a todos los alumnos salirse del aula. Excepto uno. Un niño que era ciego, Stevland Hardaway. El niño no entendía.

– Profe, ¿por qué me has pedido que esté aquí contigo en clase? – Preguntó.

– Para que me ayudes a buscar al ratón. – Respondió la maestra.

– Pero profe, soy ciego. No podré ver al ratón. – Objetó el niño.

– Sí, no lo podrás ver, pero lo podrás oír mejor que todos los demás y así nos será más fácil encontrarlo.

El niño no lo entendía. Pero aun así se puso de rodillas y fue rastrando centímetro a centímetro el aula con la maestra. ¿Resultado? Encontraron al ratoncito.

¿Por qué hizo esto la maestra? Porque el niño ciego tenía más desarrollado el oído. Oía mucho mejor que sus compañeros. ¿La causa? Era ciego.

Esto que pareció tan insignificante y tan sorprendente para el niño fue lo que le permitió confiar más en sí mismo y ver que él también podría ser alguien en el futuro a pesar de ser ciego.

¿Sabes en quién se convirtió Stevland Hardaway? Ese niño que no creía en sí mismo al principio, pero que gracias a la confianza de su profesora en aquel momento por ser ciego, siguió desarrollando su sistema auditivo y otras muchas capacidades. Todo ello le permitió en convertirse en un músico maravilloso, Stevie Wonder.

¡Sorprendente! ¿Verdad?

Pues sí, sorprendente. Pero en verdad así somos los seres humanos. El que alguien posea alguna deficiencia no tiene por qué ser algo limitante para esa persona. Puede ayudarle a descubrir otras capacidades que tiene desarrolladas. De hecho, es así. Al no usar un sentido en este caso, hace que el resto de sentidos se fortalezcan.

Hay infinidad de ejemplos. Tenemos el de Stevie Wonder como acabo de contaros. También hay niños ciegos que a pesar de serlo están haciendo Másteres fuera de España, son unos grandes pianistas, cantantes… ¿Cómo lo consiguieron? Potenciando el resto de sentidos que sí tenían y confiando en ellos mismos.

Por eso, os invito a que la próxima vez que os encontréis con un alumno con alguna deficiencia, del tipo que sea, le ayudéis a encontrar sus fortalezas, sus mejores cualidades. Y desde ahí impulsarles a establecer unos grandes pilares para sí mismos en los que apoyarse.

-Sara Estébanez-