Un día, de repente alguien dijo “Yo soy sordo musical. De esto no entiendo. Jamás he aprendido música. Nunca me llamó la atención.” Y se justifica diciendo, “No tuve a alguien que me enseñase.”. Así podríamos continuar hasta un largo etcétera. Son infinitas las personas que tienen esta sensación. Pero para su consuelo les diré una cosa. Esto es “falso”, “es una premisa que nunca podrá ser cierta”. A no ser que tengas una deficiencia auditiva que te impida oír cualquier sonido, jamás podrás decir que no entiendes de música. Incluso en el caso de las personas cuyo sistema auditivo está dañado, esto es falso, pues pueden sentir su vibración. Ya sea a través del pequeño resto de audición que tengan, o por medio de su sentido del tacto notando el temblor de un altavoz con sus manos, o la del suelo gracias a sus pies descalzos. Incluso así. Por lo que evitemos decir algo semejante a lo que decía en los ejemplos anteriores.

¿Qué pasaría si me pusiese a cantar “Cumpleaños feliz”, que todos la conocemos, o una simple escala y justo al final me comiese la última nota y no la cantase? ¿Qué haría la persona que lo estuviese escuchando? Seguro que de forma inconsciente terminaría cantando lo que había omitido, ya fuese para sus adentros o para todo el público. ¿Verdad que es así? Esa es la prueba de que ninguna persona tiene la posibilidad de ser “sordo musical”.

Es más, escuchar una pieza musical jamás deja indiferente ni a nada, ni a nadie. Las plantas y los animales también son sensibles a las ondas sonoras de un piano o a una simple canción. Y es que la música eleva el espíritu de quien la escucha. Ilumina su alma. Y si no, que se lo digan a las gotas de agua que se vieron expuestas a un nocturno de Chopin o a la “Pequeña serenata nocturna” de W.A. Mozart que Masaru Emoto fotografió cuando se convirtieron en cristales de agua.

Sin embargo, no todas las obras musicales tienen esta capacidad de conseguir que nuestra vibración aumente. Estilos musicales como el Heavy Metal, Punk, Funky tienen otro efecto.

Nosotros somos un 70% agua. Y si la música hace que los cristales de agua de Masaru Emoto sean de un modo u otro a nosotros también nos repercutirá los sonidos y la música que escuchamos.

Nuestra vibración cambia en función de lo que escuchamos. Te invito a que lo pruebes.

-Sara Estébanez-

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