En nuestras vidas la palabra “hermético” está en todos lados: los tupperware, las latas o las bolsas de cierre hermético y así hasta un gran infinito. Pero, ¿sabes de dónde viene el término “hermético”?
Proviene del padre de la filosofía hermética, Hermes Trimegisto. Fue un rey sabio por eso se le llamaba “Trimegisto”, el “Tres veces Grande”.
Pero, ¿por qué entonces lo de “hermético”?
Sencillo. Porque toda su sabiduría permaneció oculta a la gran mayoría. Sus escritos y pensamientos quedaron ocultos en los libros de “El kybalion”, “La tabla esmeralda” y “El corpus hermeticum”. Textos que jamás se han editado ni publicado y continúan sumidos en el desconocimiento de la gran mayoría. De ahí viene el concepto de hermético.
Todos sus textos están repletos de infinidad de enseñanzas de gran utilidad para la humanidad. De hecho, en “El kybalion” tenemos un maravilloso ejemplo. En él Hermes explica siete principios que se encuentran activos permanentemente en nuestras vidas seamos conscientes de ellos o no.
¿Cuáles son estos principios? Veámoslos uno a uno.
El primer principio, el PRINCIPIO DE MENTALISMO afirma que “Todo es mente. El universo es mental”. Y en verdad es así. Prueba de ello son libros y talleres como los de “La ley de la atracción”, “El secreto” o el “Método Silva”. En ellos nos enseñan a usar nuestra mente para atraer a nuestras vidas lo que realmente deseamos.
Nuestra realidad es la consecuencia de nuestros pensamientos independientemente de que lo que pensemos sea de nuestro agrado o no. Si pensamos que nuestra vida es un cúmulo de desgracias, un lugar donde nadie nos quiere o donde el mundo es un asco, así será nuestra realidad. Atraeremos a nuestras vidas personas, circunstancias y vivencias que corroborarán esta forma de pensar. Y lo mismo sucede a la inversa. Si pensamos que nuestra realidad es maravillosa, donde todo el mundo nos ama y en el cual puedo conseguir todo lo que me proponga, así será. Todo depende de la manera en que lo mires.
El segundo principio, el PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA establece que “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. ¿Qué significa esto? Que como es en nuestra mente, son nuestro cuerpo y nuestras emociones. Es decir, nuestros estados emocionales y nuestra salud están acordes a lo que pensamos. Y aún más, también nuestras acciones estarán acordes a nuestra forma de pensar.
Esto que así en principio vemos tan claro, ahora se complica un poco. ¿Por qué? Porque esto mismo se puede extrapolar al exterior. “Como es adentro, es afuera”. ¿Y qué significa esto? Que la realidad que vivimos es un espejo de nuestra propia forma de pensar y actuar. Y si lo llevamos a un punto más allá, podremos decir que si queremos que algo cambie fuera, primero haremos de cambiarlo en nuestro interior.
Claro, que esto no es tan sencillo. ¿Verdad? Estamos acostumbrados a culpar a los demás de nuestras desgracias, nuestros problemas y todo lo que nos desagrada. Eso sí, de lo que nos agrada sí que nos atribuimos la autoría. Pero, ¿y de lo que nos desagrada? De ello nos “libramos” culpando a los demás de todo lo acontecido. Pero en verdad no es así, nosotros somos responsables de nuestra realidad.
El tercer principio, es el PRINCIPIO DE VIBRACIÓN, el cual asevera que “Nada es inmóvil, todo se mueve, todo vibra”. Y en efecto, así es y así lo ha demostrado la física cuántica. El universo está compuesto de átomos. Éstos, a su vez están formados por electrones, neutrones y protones. Pero los electrones se mueven tan deprisa que no nos permiten acceder al centro del átomo y nos lo hace ver como algo sólido.
Hasta aquí todo perfecto. Pero claro, también afirma que “vibraciones iguales vibran juntas”. ¿En qué se traduce esto? En que la gente que tengo a mi alrededor son de mi misma vibración, si no, no estarían allí. Estarían en otro lugar y con otras personas. Con lo que si quiero cambiar de compañías, primero habré de modificar mi propia vibración. Si no, por mucho que me mude o hable con otros, traeré a mi vida personas, situaciones y vivencias similares.
El cuarto principio, el PRINCIPIO DE POLARIDAD, dice que “Todo tiene dos polos; su par de opuestos”. Este es sencillo hasta para un niño. Pregúntale por los antónimos que te va a ir diciendo un montón de ellos: guapo – feo, gordo – delgado… y así hasta un largo infinito.
Pero claro, lo que muchas veces no sabemos es que los polos opuestos se atraen. ¿Cómo se traduce esto a nuestra realidad? En que si yo estoy en el papel de víctima, a mi vera habré de tener a alguien que me haga daño. Si estoy en el papel de madre alguien tendrá que estar a mi vera para cuidarlo y hacer de mi hijo aunque en verdad no lo sea. Y así hasta el infinito y más allá.
El quinto principio, el PRINCIPIO DE RITMO establece que “Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo se mueve como un péndulo.” Este ya no nos resulta tan fácil de comprender.
Sí, vale. Como todo vibra, todo tiene su ritmo. Pero, ¿cómo que avanza y retrocede? Sí, físicamente viendo un péndulo lo vemos con total claridad. El problema viene cuando tenemos que aplicar esto a nuestra realidad. Pero en verdad es así.
Antes hablábamos del principio de polaridad. Y el principio de ritmo lo que hace es ver las dos polaridades a la vez. Cada una en cada movimiento pendular. Tantos grados me voy a triste, tantos a feliz. Y así con todas las polaridades. Es algo que nadie nos ha dicho, pero en verdad es así.
Claro, que en el lado bueno, todo maravilloso. Pero, ¿y en el lado malo? Si todo es en el mismo grado que el maravilloso, tendré un momento de fatalidad total.
El sexto principio, el PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO asegura que “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa”.
En este caso volvemos a lo mismo. Así, a primera vista vemos con claridad lo certero de esta frase. El problema surge cuando hemos de tomar conciencia de que lo que estamos viviendo actualmente es el efecto de infinidad de causas previas que nosotros mismos hemos creado.
Cuando es algo que nos agrada sí, nos atribuimos la autoría y el mérito. Pero, ¿qué sucede cuando es algo que nos desagrada? Echamos la culpa a los demás como en el caso del alumno que dice que ha suspendido porque el profesor le tiene manía.
En definitiva, nuestra realidad es el efecto de las causas previas que nosotros mismos hemos creado, nadie más.
Por último tenemos el séptimo principio, el PRINCIPIO DE GENERACIÓN que afirma que “Todo tiene su principio masculino y femenino”. Ese masculino y femenino es lo que crea un producto. En el caso de la familia lo vemos muy sencillo. La suma del padre más la madre da como producto el hijo. Y así es en toda nuestra realidad.
El problema es que todo esto la mayoría de nosotros lo desconocemos. Ignoramos todos estos principios con lo que nos resulta imposible aplicarlos en nuestro día a día. Como permaneció oculto a casi la mayoría, nadie pudo enseñárnoslo.
-Sara Estébanez-
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