Y sí, alguien me había escuchado. De repente, una voz empezó a hablar de no se sabe dónde.
¿Sabes dónde está la clave? Él siempre creyó que el cambio a esta nueva escuela iba a ser un agobio, que adaptarse a profesores nuevos, métodos de explicación nuevos, compañeros nuevos y demás, iba a ser harto complicado. Pero tú no. Tú lo veías como algo positivo y beneficioso. Y tu hermano como un desastre del que no podría salir. Y los dos habéis tenido razón. Razón desde el punto de vista de cada uno. Cada uno de vosotros ha tenido la realidad que ha pensado.
En nuestros pensamientos está la clave de nuestras experiencias. Si yo pienso y creo que lo que me va a suceder es negativo, así será. Y si pienso que es positivo, así será. Tu hermano pensaba que los profesores le iban a coger manía y que los niños no le iban a aceptar. ¿Y qué ha pasado? Justo eso. Tantos unos como otros le traen por la calle de la amargura. Sin embargo, tú pensabas todo lo contrario. ¿Y cómo es tu experiencia? Tienes nuevos amigos y te sientes a gusto con los profesores.
Nuestra forma de pensar hace que actuemos de un modo determinado. Si tengo miedo mis comportamientos van a ser totalmente diferentes que si me siento seguro de mí mismo.
Depende del grado de miedo que uno tenga. Pero si uno se siente atemorizado se sentirá débil y sin fuerzas de enfrentarse a nada ni a nadie. Y la realidad podrá con él. Todo lo que sucede está por encima de él como si de un chubasco se tratara. Si te fijas, esto es justamente lo que le ha pasado a tu hermano.
Luego, está el que se siente seguro de sí mismo. Cuando uno está seguro de sí mismo sus pensamientos son de fortaleza, de “Yo estoy aquí y los demás no pueden conmigo.”. ¿Verdad? Es como si se hubiera puesto una coraza y todo le resbalara. Nada le perturba.
Y esto es justo lo que os ha pasado a tu hermano y a ti. Tú venías al colegio con una coraza bien puesta y dura. Tan dura que nada te ha perturbado. Por mucho que los demás quieran meterse contigo o hacerte daño de algún modo, no pueden. Todo lo que ellos lancen hacia ti rebota en tu coraza y les viene de vuelta.
Sin embargo, la coraza de tu hermano era como la de un globo. Con cualquier cosita que la tocara se iba a romper. Nada le podía proteger. En cuanto le han lanzado la primera espinita el globo se ha reventado por todos lados y le han hecho daño. Ahora el problema está en ver cómo reparar ese globo y hacer que se convierta en una coraza como la tuya.
Recuerda. La clave está en nuestros pensamientos. Lo que pensamos genera en nosotros unas emociones y esas emociones hacen que actuemos de un modo u otro. Si cambiamos la emoción, cambiarán nuestras acciones.
Todo empieza por eso, por cambiar nuestros pensamientos. Díselo a tu hermano y a ver si consigues que cambie algo.
Continuará…
-Sara Estébanez-
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