Muchas veces no somos conscientes de cómo nosotros mismos somos los creadores de nuestra realidad. Desde pequeños nos han enseñado que para conseguir ciertas cosas debemos ser nosotros con nuestro esfuerzo los que los consigamos. Pero esto no lo aplicamos a todos los ámbitos de nuestra vida. Muchas veces culpamos a los demás de lo que nos sucede. Con ello lo que estamos haciendo es darles el poder de mando sobre nosotros. Les estamos entregamos el centro de poder de nuestras vidas.
¿Quieres tomar tú la batuta de tu propia vida? Si tu respuesta es afirmativa sigue leyendo este artículo.
Nuestra vida está regida por siete principios independientemente de que seamos conscientes de ellos o no. Ya lo dijo Hermes Trimegisto varios siglos antes de nuestra era en su libro “El kybalion”. Éstos son el Principio de Mentalismo, el de Correspondencia, el de Vibración, el de Polaridad, Ritmo, el de Causa – Efecto y el de Género.
A continuación analizaremos uno a uno y veremos cómo influyen en nuestras vidas.
Para empezar está el PRINCIPIO DE MENTALISMO el cual afirma «El TODO es Mente; el universo es mental». ¿Qué quiere decir esto? Que todo lo que vemos en nuestra realidad está creado por nuestra mente, por nuestros pensamientos. De hecho, es en lo que se basa la película de “El secreto”.
Aquello en lo que pensemos será lo que encontremos en nuestra realidad. Si pienso que “todos los hombres son malos”, pues sencillo, todos los hombres que encuentre en mi vida serán infames, injustos, perversos… Y claro, sobre todo conmigo. El problema es que creemos que esto es al revés, que como ellos son como son, malas personas, yo tengo esta creencia. Pero es justamente a la inversa.
Todo esto nos lleva al siguiente principio, el PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA el cual sostiene que “como es adentro, es afuera”. Y efectivamente, así es. Si yo pensase que “los hombres son encantadores” mi realidad sería otra completamente diferente. Me encontraría a gusto con ellos. Me sentiría feliz. Pero no es así.
Como tengo esta creencia, de que “son malos”, cada vez que me encuentre con un hombre a mi lado, lo más fácil es que mi vibración baje y me encuentre a disgusto y que me sienta temerosa. ¿Por qué sucede esto?
En el Universo “todo vibra”. Esto la física cuántica y Masaru Emoto con su estudio sobre la incidencia de las palabras sobre el agua lo han demostrado científicamente. Nuestra vibración baja o sube en función de los pensamientos que tengamos.
Esto es justamente de lo que habla el PRINCIPIO DE VIBRACIÓN, “todo vibra, nada está en reposo”.
Además, defiende que “vibraciones iguales vibran juntas”. Por eso uno se encuentra maravillosamente bien cuando está con personas que también sufren en las mismas situaciones que ellas, en este caso en sus relaciones con los hombres.
Claro, que para que uno pueda estar en el papel de “víctima”, necesita de alguien que se encuentre en el otro polo, PRINCIPIO DE POLARIDAD, el de “verdugo” y actúe como ésta piensa y cree. Es lo que asevera este principio, “todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos”. Para que yo esté en “víctima” alguien tendrá que estar en “verdugo”. Y así en todas las polaridades que se te ocurran: hablar – callar, dar – recibir…
La clave está en salirse de este polo negativo e irse al positivo. ¿Cómo? Modificando nuestra interpretación de las cosas.
Si yo viese este comportamiento de mi “verdugo” como una forma de enseñarme a que yo me valore más, a que sane mi relación conmigo misma y que confíe más en mí, mi visión de esta realidad cambiaría. Ya no estaría en el papel de “víctima” y me iría al papel de “protagonista”. Tomaría las riendas de mi vida.
Claro, que todo esto no sucede de la noche a la mañana. Para irme de una polaridad a otra deberé recorrer un camino. Es como el termómetro. Nuestra temperatura ambiente no puede ir de – 10º a 10º así de sopetón. Todo tiene su ritmo, su velocidad. Para irme de ese papel de “víctima” al de “protagonista” necesitaré ir pasito a pasito y llevar a cabo las acciones necesarias para ello.
Pero no desesperes. La velocidad de este “pasito a pasito” que te comentaba antes sólo depende de ti y de tu toma de decisiones. También puedes hacerlo de forma instantánea. Como afirma el PRINCIPIO DE RITMO, «el ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la polarización». Ese paso de – 10º a 10º puede ser instantáneo. ¿Cómo? Pensando y actuando desde el nuevo personaje que quieres ser, el de “protagonista”.
Todo esto nos lleva al siguiente principio, el de CAUSA – EFECTO el cual defiende que “toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa”.
Esta afirmación es cierta en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero como comentábamos al principio, no siempre somos conscientes de ello o ponemos la causa es decir, la responsabilidad, en manos del otro. Sin embargo, al hacer esto lo que estamos haciendo es dar el cetro de poder de nuestras vidas en manos en otra persona.
Hasta que no tomas tú la batuta de tus acontecimientos y decidas crear tú las circunstancias para lograr aquello que deseas, tu futuro dependerá de los demás, no de ti.
¿De verdad que quieres es el/la protagonista de tu vida? Piensa y actúa como lo haría la persona que realmente quieres ser. Modifica tus pensamientos y tus comportamientos y esto te llevará a alcanzar aquello que tanto ansías.
Esto nos lleva al último principio, el PRINCIPIO DE GÉNERO. Éste afirma que “el género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino”.
Este principio lo entendemos un poco más. Cuando pensamos en la fecundación lo tenemos claro. Necesitamos la suma de células masculinas y femeninas. Sin embargo, lo que desconocemos es que esto se puede extrapolar a todo los planos.
Como comentábamos antes, hemos de pensar y actuar en concordancia con el objetivo que nos hemos planteado. Aquí, pensamiento y acción son dos opuestos. Pero la suma de ambos da un TODO, nuestro objetivo.
Es lo que hemos visto en el caso de la víctima, el verdugo y el protagonista. Si la “víctima” no piensa y actúa como protagonista a la vez, no alcanzará su objetivo de ser el “protagonista”. Continuará en el papel de “pobrecito de mí”. Por mucho que piense que vale mucho, si luego se infravalora a todo momento con los demás no conseguirá nada. Y lo mismo a la inversa. Si hace las cosas como alguien que se valora mucho a sí mismo, pero luego internamente menosprecia lo que ha hecho, el efecto será el mismo. Es necesario que pensamiento y acción estén en la misma dirección para lograr el objetivo deseado.
Si quieres saber más sobre este tema no lo dudes, apúntate a nuestro taller de COMPRENDIENDO LA REALIDAD. Lo tenemos en dos modalidades, el básico y el de pareja.
Te esperamos.
-Sara Estébanez-
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