¿Cuántas veces has chillado y criticado al otro diciéndole “Porque tú…”? Seguro que muchas. Esa persona a la que estamos echando todas las culpas puede ser cualquiera, tu pareja, un familiar, un amigo, un compañero de trabajo. Da igual. El de enfrente sólo está ahí. Sólo te está devolviendo algo que tú has dicho o hecho en el pasado.

Estamos acostumbrados a hacer las cosas, sean buenas o malas, y salir corriendo sin responsabilizarnos de las consecuencias. Bueno… Si son buenas, si son de nuestro agrado, sí nos quedamos. Pero cuando somos conscientes de que no hemos hecho bien, o que algo ha salido mal huimos y ponemos la responsabilidad en el otro. El otro es el culpable.

Y lo mismo sucede cuando lo que experimentamos no es de nuestro agrado. Cuando tenemos una experiencia en la que “el otro ha dicho o hecho” algo que nos desagrada, lo primero que hacemos es enjuiciarle y echarle la culpa. “Porque tú has hecho…” “Porque tú has dicho…” Pero de lo que no somos conscientes es que eso que ha dicho y/o hecho esa persona en realidad es un boomerang que nos está viniendo de vuelta. Es algo que hemos dicho o hecho con anterioridad. El de fuera sólo nos lo está mostrando.

En realidad ese boomerang es tanto de lo que hacemos bien, como de lo que hacemos mal. Pero es lo que decíamos antes. Si lo que nos viene lo consideramos como bueno “nos ponemos la medalla”. Pero si lo vemos como algo negativo, la cosa cambia. Es el otro el responsable de todo.

Pero hay más. Ese boomerang no es sólo nos devuelve lo que decimos o lo que hacemos, también nos trae de vuelta aquello que pensamos. Cuando pensamos internamente y nos decimos para nuestros adentros cualquier cosa negativa sobre el otro, “que se fastidie”, “es un inútil”, o cosas por el estilo, en realidad nos lo estamos diciendo a nosotros mismos. Nos estamos llamando inútiles o nos estamos deseando malos augurios.

Y luego, cuando tenemos una experiencia en la que alguien nos hace ver que no valemos para nada o que algo nos sale mal, nos ponemos en el lado de la víctima y echamos la culpa de todo al otro. Pero, ¿sabes quién es el responsable de todo esto? Uno mismo. Cada uno de nosotros somos los creadores de nuestra realidad. La diseñamos con lo que pensamos, decimos y hacemos. Pero no sólo con lo que pensamos, decimos y hacemos hacia el otro o sobre el otro.

Lo que pensamos de nosotros mismos, lo que nos decimos internamente o lo que nos hacemos, no sólo lo sufrimos en el momento en el que lo estamos haciendo. Tarde o temprano alguien de fuera hará lo mismo. Nos mostrará esa parte de nosotros que no aceptamos. Pero vuelvo a decir. No es él el responsable de todo ello. Eres tú mismo con lo que te has dicho y/o hecho.

El origen está en ti. La responsabilidad es tuya.

Por eso, la próxima vez que pienses en criticar a alguien, mentirle, coger algo no es tuyo o incumplir una norma te plantees si eso te beneficia a largo plazo o no. En algún momento te vendrá de vuelta.

¿Que lo quieres para ti? Perfecto. Adelante. Hazlo. ¿Que no forma parte de tus deseos? Ya sabes lo que tienes que hacer.

 

-Sara Estébanez-

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