En los artículos anteriores en los que hemos hablado del Principio de Vibración lo hemos estado viendo: Todo Vibra. De verdad, TODO VIBRA. El problema es que la mayoría de las veces lo ignoramos. Comemos esto, bebemos lo otro, vamos a ese sitio o al otro y así un sinfín de situaciones. Pero en lo que no nos detenemos a observar es su vibración. ¿Cómo vibra el café que te has tomado o la ropa que te has puesto? ¿Y la persona que está a tu lado? ¿Te has parado a observarlo? Lo más probable es que tu respuesta sea negativa.

A lo mejor no vibra contigo, pero no te has percatado de ello. Y claro, te has comido esa manzana, has estado con esa persona, o has hecho ese recorrido andando. En sí no pasa nada. Si lo ves a nivel físico, en realidad, como todo da igual, como no tenemos en cuenta las percepciones de nuestro cuerpo, los “avisos” que nos da, no pasa nada. Todo es perfecto. Has hecho esto o lo otro y claro, ello te lleva a vivir unas consecuencias a las que muchas veces no les encuentras el significado. Y claro, te preguntas por qué estás tan cansado sin haber hecho un ejercicio excesivo. O de repente te encuentras de muy mal humor y no sabes cuál puede ser la causa pues no has tenido ningún detonante que te pudiese lleva a ello. No has tenido ningún conflicto con nadie, pero a pesar de ello estás que no te soportas ni tú mismo del enojo que tienes. O simplemente por qué te ha sentado mal la comida.

¿Por qué sucede esto? Porque no has escuchado a tu cuerpo y has hecho cosas con las que no vibras. Esas situaciones en las que haces algo que no está acorde a tus principios, a tu forma de pensar o estás en lugares o con personas con las que no estás del todo a gusto,  hacen que tu vibración baje. Todo ello poco a poco va minando tu energía y por eso te encuentras cansado, de mal humor o desanimado.

La clave está en escuchar a tu cuerpo. Antes de tomar la decisión de comer algo, ir a tal sitio o estar con cual persona, te propongo que te detengas por un instante y escuches a tu cuerpo. Él es más sabio de lo que te imaginas. Y si le escuchas de verdad, sabrás qué hacer en cada momento.

¡¡Escucha a tu cuerpo!!

-Sara Estébanez-