– ¡Hola! ¡Qué alegría verte!

– Pues sí, con esto de vivir a cientos de kilómetros es difícil quedar. He venido para resolver unos asuntos, pero no quería dejar de verte a ti.

– Es un honor que quieras verme.

– La verdad, los correos que me estás enviando me están enseñando tantas cosas, que me está haciendo ver la vida de otro modo.

– Eso mismo me está pasando a mí. Mi maestro me transmitió todo este conocimiento, pero lo ignoré por completo hasta ahora. Creía que era algo estrafalario y que lo que me contaba no tenía nada que ver conmigo.

– Pues la verdad, todo lo que me has ido contando que has practicado y todas las experiencias que has tenido dicen todo lo contrario. Si te soy sincero, yo no he practicado muchas de las cosas que me has relatado, pero las que sí he probado me han hecho ver que la realidad puede ser diferente a la que nos contaron de pequeños.

– Esa misma es mi sensación. Nuestros padres y profesores nos dijeron que la vida era esta, así, como la vemos. Y que nosotros sólo somos marionetas y no podemos hacer nada para que las cosas cambien. Pero si te fijas, todo lo que mi maestro me contó dice todo lo contrario.

– Totalmente de acuerdo. Pero esto último que me has contado de que nuestro presente es la consecuencia de nuestro pasado no lo tengo tan claro. Hay cosas en las que coincido al 100%, pero otras en las que no.

– Es el Principio de Causa y Efecto, “toda causa tiene un efecto y todo efecto tiene su causa.” Todo tiene su origen, su por qué.

– A ver, si vengo a Madrid y quedo contigo, nos vemos. Ahí está claro.

– Sí, pero no sólo eso. Has venido a Madrid. ¡Genial! Pero, primero has querido venir a Madrid. Esa es la causa. Has venido porque querías venir. Como ese era tu deseo, tu causa, el efecto es que buscaste un medio de transporte en el que venir y compraste un billete. Al llegar, me llamaste por teléfono para quedar porque querías verme. Esa fue la causa de que quedásemos y ahora estemos juntos. ¿Cómo lo ves? El que ahora estemos aquí sentados tomando un café es la consecuencia, el efecto, de que quisieras verme, vinieses a Madrid y me llamases. Toda nuestra realidad es la consecuencia de nuestro pasado. Y hacia el futuro sucede lo mismo. Lo que pienso, digo y hago hoy, hará que mi realidad venidera sea una u otra.

– Pero no siempre. El otro día vi cómo un caco le robaba a la señora Enriqueta la cartera. Yo estaba lejos, con lo que no pude hacer nada para evitarlo. ¿Me estás diciendo que la señora Enriqueta que tiene más de 80 años ayer le robó a ese chico la cartera y por eso hoy él se la quita a ella?

– Hombre, yo diría que no.

– ¿Entonces? Ahí me estás diciendo que el que roben a la Señora Enriqueta no es porque ella haya robado a ese chico.

– No, pero de algún modo ella habrá hecho algo similar. Eso sí que me lo explicó mi maestro más de una vez cuando yo iba refunfuñando por las cosas que me pasaban. Estoy contigo que ella no ha robado al chico. Pero algo habrá tenido que hacer semejante a robar. Y no a ese chico. Puede ser a cualquier persona. Lo que hacemos no queda impune. Tarde o temprano nos viene devuelto.

– Pero la Señora Enriqueta es una buena mujer. Ella no puede hacer hecho tantas cosas malas como para que ese chico le robe. Ella es una gran persona.

– ¿Quieres que te cuente un secreto? Me lo contó su nieta. Un día, su primo se estaba buscando trabajo. El granjero del pueblo buscaba a alguien para que le ayudase en el cuidado de los animales. El chico no había visto una gallina o un cordero en su vida, pero aun así, la señora Enriqueta, habló con el granjero y le dijo que el chico era trabajado en una ganadería y se le daban muy bien los animales. ¿Qué pasó entonces? Que descartó a todas las personas que estaban ahí dispuestas a tener una entrevista con él in ni si quiera haber hablado con ellas. El granjero contrató al chico y mandó a todo el mundo a su casa.

– ¿Cómo? ¿De verdad?

– Totalmente cierto. Ahí la señora Enriqueta, con su mentira “robó” al granjero. Y no sólo al granjero, a todas las personas que estaban ahí esperando a entrar y mostrarle sus cualidades al dueño de la granja.

– ¡Hombre! Eso no es nada.

– ¿Nada? Para empezar, mintió. ¿Te imaginas cómo tuvo que sentirse el granjero cuando comprobó que el chico no sabía nada de nada sobre animales? Seguro que a él no le daría mucha pena el que el caco le quitase a la mujer la cartera. Y los aspirantes ídem de ídem. Les importaría un pepino. Hasta seguro que más de uno lo celebraría. Todo lo que hacemos nos viene de vuelta. Sea bueno o sea malo. Da lo mismo. La vida es un boomerang. Lo que lanzas, vuelve.

-Sara Estébanez-

Desde Caricias y Besos S.L. queremos seguir acompañándote en tu crecimiento personal ayudándote a comprender los principios herméticos, a ver cómo influyen en nuestra realidad, aplicarlos en tu día a día y te ayuden a ser feliz. Para ello puedes seguirnos tanto en la página web www.comprendiendolarealidad.com como en nuestra página de Facebook www.facebook.com/comprendiendolarealidadcom.

También estamos en Instagram en www.instagram.com/sexualidad_crecimiento. Te esperamos.