Estamos acostumbrados más a tomar conciencia de los mensajes que tenemos sobre nosotros mismos que provienen del exterior o de nuestra mente. Pero aquellos que proceden de nuestra posición corporal casi no les prestamos atención. Y en muchos casos ni siquiera somos conscientes de que la forma de caminar por la calle, cómo nos sentamos o el lugar por dónde andamos nos da información sobre nosotros mismos. Sobre nuestro estado de ánimo, incluso puede llegar a empeorarlo y potencia el volumen de pensamiento negativo.
Hoy me he dado cuenta que algunas de las personas que iban por la calle delante de mí, iban mirando al suelo, otros con la espalda encorvada y casi todos pegados a la pared. Me ha llamado la atención y me traído a la mente que las personas podemos cambiar nuestro estado de ánimo con tal solo empezar a cambiar la posición corporal.
Cuando caminamos mirando al suelo, el cuerpo se esconde y la emoción del miedo y aquellos pensamientos acordes saltan en nuestro inconsciente y nos hace escondernos. Nos sentimos inseguros y esto es lo que transmitimos al exterior, pensando que estamos en constante amenaza y que lo de fuera es peligroso. Pero en realidad somos nosotros mismos quienes estamos provocando esa situación. Recordad “lo que es adentro es afuera”.
Otro tanto ocurre cuando caminamos pegados a la pared, estamos buscando la protección, nos escondemos de muy bien no sabemos el qué, y nos pegamos más y más a las paredes. Nos estamos contando a nosotros mismos que no valemos, que el afuera es peligroso…Todos estos comportamientos nos bajan la autoestima, perdemos fuerza y poder, y atraemos aquello que está acorde con nuestro ánimo y pensamiento.
Os propongo un ejercicio para estos días, tomar conciencia de cómo camináis, cómo os sentáis y dónde se posa vuestra mirada. Y después dedicar unos minutos a daros cuenta de cómo es vuestro estado de ánimo. También lo podéis hacer al revés, si os sentís tristes, ansiosos…tomar conciencia de cuál es vuestra posición corporal en ese momento. Así tendréis la opción de cambiarla.
Procurar caminar con la espalda recta y la mirada al frente, por el medio de la calle, y ser conscientes de cómo es vuestro estado de ánimo y cómo podéis empezar a cambiar con tan solo modificar la posición del cuerpo.
Al principio puede resultar incómodo porque son sensaciones nuevas y no estamos acostumbradas a ellas, pero a largo plazo todo cambia.
-Ruth Fernández-