– ¡No puedo! Estoy de una mala leche que no me soporto ni yo.
– ¿Y eso? ¿Qué te pasa?
– Cada vez que pienso en mi pareja, lo primero que me viene a la mente es la discusión que tuvimos el otro día. No nos hablamos. Nos miramos con mala cara. Y claro, no puedo dejar de pensar en ello. ¿Consecuencia? Estoy con un mosqueo enorme a todas horas.
– ¿Y por qué no te centras en otra cosa?
– Es que hasta en el trabajo. Todo lo que hago me sale mal. Mis compañeros ni se acercan a mí. Y esto me altera más aún.
– Vuelvo a decirte, ¿por qué no piensas en otra cosa?
– ¿En qué quieres que piense? Me viene a la mente la discusión, su imagen, lo que nos dijimos… En eso está siempre mi mente.
– ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? Sé que te gusta la playa. ¿Por qué no piensas en la playa y te imaginas que estás en ella? Pero como te digo la playa, puedes pensar en cualquier otra cosa, en las “juergas” que tienes con tu perro los dos jugando, en el parque por el que te gusta andar… En definitiva, algo que te devuelva la alegría.
– Hombre, la idea es bonita, pero no es tan fácil. El disgusto está ahí cual martillo golpeando mi cabeza.
– Pruébalo. Fíjate, probemos ahora. Cierra los ojos. Imagínate que estás en ese parque tan bonito. Estás en la puerta, a punto de entrar.
– Mmmm
– ¿Qué te ha pasado? ¿Te has fijado lo que ha hecho tu cuerpo? Nada más pensar en tu jardín, tu rostro ha cambiado. Una enorme sonrisa ha aparecido en él y tus mejillas han tomado más color. ¿Y ese “mmmm”? ¿Por qué?
– ¡Bff! Sólo pensar en sus árboles, sus flores, la fuente que hay en él, me ha hecho sentirme tan bien.
– ¡Fíjate! Ya no eres otra. Una sonrisa está en tu rostro. Se te ve feliz.
– Pues sí, pensando en esas flores, sus olores me ha hecho sentirme maravillosamente bien. Es como si me hubiese tele transportado.
– Y ahora vamos a hacer un juego. Vuelve a cerrar los ojos, pero ahora piensa en la bronca que tuvisteis, en la situación, el porqué de ese disgusto.
Fue pensar en ello y su rostro cambió por completo.
– ¿Te has dado cuenta? Ahora estás tensa.
– Y no sólo tensa. Estoy sin fuerzas, sin ganas de nada.
– Entonces, ¿qué prefieres? ¿En dónde eliges poner tu mente?
– En el jardín, claro.
– Tú eliges. ¿Qué tienes fastidio por la situación con tu pareja? Sí. Pero eso no significa que siempre tengas que estar centrado en ello. Hay más cosas. Algunas nos gustan y otras no. Uno elige en qué poner su atención. Mira lo que te hace sentir bien, lo que te gusta y en las que tu mente se tranquilizará. Te sentirás mejor. Y te digo más, desde ese estado de paz y tranquilidad que te generan todas aquellas cosas que te gustan, te va a ayudar a resolver el conflicto de forma más pacífica y te sentirás mejor.
-Sara Estébanez-
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