Un día, estando en la parada del autobús, escuché una conversación entre dos personas que me dejaron más que sorprendida.
– Es que mis hijos en casa no comparten los juguetes. Están continuamente peleándose porque si “tienes mi juguete” y “dámelo porque es mío”. – Comentaba una de las personas.
A lo que su interlocutora le respondió.
– ¿Entonces no comparten cosas?
– Pues no. Cada uno tiene lo suyo y así juegan y se entretienen.
– Es decir, son personas independientes.
La mujer se quedó pensando. Y con sorpresa respondió afirmativamente. Se percató de que estaba criando dos hijos uno diferente del otro y donde la palabra compartir no existía. Cada uno tenía sus propias camisetas, su Tablet, sus libros… Todo era individualizado a pesar de que ambos tenían la misma edad.
– ¿Cómo quieres que compartan si en su armario o en su estantería cada uno tiene lo suyo y en ningún momento el uno coge lo del otro? No saben compartir. Es más, estoy segura de que tú y tu pareja compartís pocas cosas. No me respondas si no quieres. Pero estoy segura de que es así. Los hijos repiten lo que ven en casa. Y si ven que sus progenitores o las personas con las que conviven no tienen cosas en común o no comparten lo que es suyo, por ejemplo una camiseta, no van a saber lo que es compartir.
– Tienes razón, compartimos pocas cosas, la cama y poco más.
– Pero no sólo ropa, también puede ser objetos, o incluso comida. Mira, te voy a contar una cosa que nos pasa a mí y a mi pareja muchas veces en los restaurantes. A mi pareja le apasiona la cebolla cruda. A mí también me gusta la cebolla, pero no tanto como a mi pareja. ¿Sabes lo que hace nada más aliñarme la ensalada? Se come la cebolla de mi ensalada. Ya sea que ella motu proprio o que yo se la dé. Incluso, le doy a probar de mi plato con mis propios cubiertos. Compartimos la comida, los cubiertos, la servilleta si lo necesita alguno de los dos. ¿Vosotros hacéis algo similar? Y no vosotros, mucha gente no comparte. Cuando le doy a catar algo con mis cubiertos, la gente se nos queda mirando. ¿Por qué? Porque es algo que se sale de sus cánones. En nuestra sociedad lo de ver qué necesita el otro y dejárselo si yo lo tengo no está de moda.
– Pues no, la verdad.
– Y así nos va. Cada día estamos más separados a nivel de vecinos o compañeros de trabajo. Vivimos en un “esto es mío y no te lo dejo”. Incluso más, “si te puedo quitar lo que es tuyo, mejor aún”.
– ¡Cómo lo sabes!
– Está en nosotros, en la educación de nuestros hijos y en nuestros comportamientos empezar a cambiar ese tipo de actitudes y empezar a compartir con el otro. ¿Por qué no pruebas a que jueguen juntos? Que hagan un puzzle juntos, que pinten… Algo que sea de colaboración entre ambos. Y claro, tu pareja y tú lo mismo, compartid cosas más allá de la cama. Incluso podéis jugar los cuatro juntos. A lo mejor os lleváis alguna sorpresa.
Y qué razón tenía la mujer. “Como es adentro, es afuera.” Si los hijos ven que sus progenitores no comparten, ellos tampoco lo harán. Hacen lo que ven. Y si queremos que cambien ese tipo de comportamientos, primero deberemos hacerlo nosotros.
-Sara Estébanez-
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