Estas vacaciones mi pareja me convenció para irnos a Egipto y ver las pirámides. No me apetecía nada ir, pero luego se lo agradecí. Lo que iba a ser un aburrido viaje bajo el calor del desierto se convirtió en un despertar mágico. Gracias.
Nada más empezar el recorrido por el río Nilo, nuestra guía nos avisó de que iríamos recorriendo el río durante nuestro crucero y a primera hora de la mañana, para evitar la solanera del desierto, visitaríamos las pirámides más famosas del mundo: Assuan, Edfu, Luxor y unas cuantas más. A continuación, hizo un comentario que me llamó más que la atención. Las personas que estaban preparadas a recibir las enseñanzas de la gran sabiduría egipcia, por la noche visitarían la pirámide de los siete escalones. ¿La pirámide de los siete escalones? ¿Dónde estaba esa pirámide? Por más que la busqué en el mapa no la encontraba. Yo le pregunté a la guía por ésta, pero su respuesta fue un silencio absoluto.
Y así fue como comenzamos nuestra travesía, recorriendo el Nilo y haciendo visitas a pirámides y templos.
Todo fue normal: travesía por la tarde/noche y visita a primeras horas de la madrugada del lugar en el que nos habíamos detenido. Pero una noche no sé qué pasó. Estaba durmiendo en mi camarote, cuando de repente me encontré en el desierto delante de una pirámide toda llena de luz y con un ojo encima de ella. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había llegado hasta allí? Me pellizqué para comprobar que estaba despierto y no era un sueño.
– Sí, estás despierto. Estás ante la pirámide de los siete escalones. – Me dijo una voz desconocida.
Me giré para ver quién me estaba hablando. Pero nada, ahí no había nadie.
– Acércate a la pirámide. Allí encontrarás una puerta. Entra en ella. Tiene información que debes saber.
No entendía nada, pero hacia la pirámide que me fui. Y efectivamente, ahí delante de mí había una puerta. La traspasé. En ella había una sala algo tenue. Y frente a mí un rótulo ponía “Todo es mente. La realidad es mental.”.
– ¿? ¿Cómo? ¿Mental? – Pensé para mis adentros.
Y nada más cuestionarme lo que había leído, la pared de mi derecha se iluminó.
– “Todo lo que te sucede lo has creado tú con tus pensamientos.”
– ¿Cómo si no estarías aquí? – Apareció de repente en la pared de mi izquierda. – Si no te hubieses preguntado por la existencia de la pirámide, si no la hubieras dibujado en tu mente, no estarías aquí.
Tenía razón. Cuando la guía habló de su existencia, yo me imaginé la pirámide. Además así, dorada, brillando ella sola con nada a su alrededor.
– “Piénsalo.” – Continuó. – “Cada cosa que has ido experimentando en tu día a día, de un modo u otro, antes ha estado en tu mente.”
Al principio lo puse en duda. Pero según iba recapacitando, me percaté de que lo que la sala me estaba diciendo era cierto.
Nada más tomar conciencia de ello, una puerta con unos escalones se abrió frente a mí.
– En el siguiente nivel hay más información para ti.
Ascendí al segundo nivel. Y ahí estaba todo oscuro. Pero en cuanto subí el último escalón y pisé el rellano, una luz apareció y frente a mí un luminoso se encendió diciendo:
– “Como es adentro, es afuera.”
Volví a cuestionarme esta afirmación y a mi derecha apareció otra frase.
– “La gente que te rodea sólo te está reflejando a ti, tu forma de pensar y de ser. Si cambias dentro, todo cambia fuera.”
– ¿Si cambio dentro, todo cambia fuera? – Me pregunté.
Analicé mi vida y mi día a día. Y efectivamente, cuando tomaba una decisión, la gente de mi alrededor cambiaba. Eran un espejo de lo que había dentro en mi mente.
En cuanto hice esa toma de conciencia, otra puerta se abrió con una escalera detrás de ella.
– “Ya sabes lo que tienes que hacer. Sube al siguiente nivel.”
Ya me sabía la dinámica. Subía las escaleras y en cuanto llegaba al final de las mismas, la sala se iluminaba.
– ¿Qué pondría ahora? – Me pregunté.
– “ Ya ha cambiado tu vibración. Estás en la duda y en la intriga. ¡Qué bien!” – Dijo una voz de fondo.
Y la verdad, estaba en lo cierto.
No se había iluminado nada. Pero sabía que lo haría. Y así fue, en cuanto pensé en que alguna frase de luz aparecería, ahí que iluminó la sala.
– “¿Ves? Has pensado en que una frase aparecería y aquí estoy.”
¡Madre mía! No daba crédito a lo que estaba sucediendo.
– “Todo vibra. Vibraciones iguales vibran juntas.” – Anunció la luz que surgió frente a mí.
Ese lo entendí más rápido.
– Ahora comprendo por qué me llevo mejor con unas personas que con otras. – Me dije para mis adentros.
– “¡Efectivamente! Así es.”
Ya me esperaba la puerta con los escalones. Pero de repente un tubo de luz me aspiró y me subió al siguiente nivel. Allí me estaba esperando otro panel de luz. Éste decía:
– “Todo es doble; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos.”
Claro, pensé yo:
– Bonito – feo, oscuridad – claridad, bueno – malo y así hasta el infinito.
Y acto seguido la pared de al lado surgió una frase que me hizo pensar.
– “La clave es en cuál de los dos polos te pones.”
– ¿Y cómo sé yo en qué polo me pongo?
– “¡Fácil! ¿Cómo te hace sentir lo que estás pensando? Si te sientes bien, estarás en el lado positivo. Si te hace sentir mal en el negativo.”
¡Jo! Eso tenía más miga de lo que yo me imaginaba. Pero era cierto. No tenía más que comprobarlo con la experiencia que estaba teniendo en ese momento. Podía sentirme asustado por estar solo metido en una pirámide, es decir, mal; o disfrutando por la sabiduría que estaba aprendiendo, es decir, bien. Era mi elección.
Y chas, nada más tener ese pensamiento otro haz de luz me absorbió y me elevó al siguiente nivel. Ahí me esperaba un luminoso diciendo “Todo tiene su propio ritmo.”
– ¡Claro! La velocidad del barco, la música… – Pensé para mis adentros.
– “Y mucho más. Todo tiene sus períodos de avance y retroceso.” – Surgió en la pared contigua.
– ¿Avance y retroceso? ¿Cómo es eso?
Ya no me daba tiempo ni a terminar la pregunta que me estaba haciendo cuando otra luz iluminó otra pared.
– “Cuando respiras, inspiras y espiras, llenas y vacías tus pulmones a tu propio ritmo en un período de avance y retroceso de tus pulmones.”
Esto no lo tenía tan claro.
– “Unas veces estás en un polo y otras veces en el contrario y el período que tardas en llegar de uno a otro tiene su ritmo.” – Me explicó la voz que escuché antes de entrar a la pirámide. – “Piénsalo. Vas de casa al trabajo y luego a la inversa. En este viaje todo tiene su ritmo. Pero además, ese avance y retroceso es vuelas desde tu país hasta aquí y después vas en sentido contrario, desde aquí hasta tu país. Todo tiene sus períodos de avance y retroceso” – Insistió.
No lo tenía muy claro, pero aun así, la puerta con los escalones para acceder al siguiente nivel apareció. Y para allí que me fui.
Al llegar al rellano todo se iluminó.
– “Toda causa tiene su efecto, y todo efecto tiene su causa.” – Afirmaba la pared que había frente a mí.
– Eso es evidente. – Me dije para mis adentros. Lo tenía totalmente claro.
Y otra frase apareció.
– “Si quieres cambiar el efecto, tienes que cambiar la causa. Si quieres cambiar algo en tu realidad, no puedes cambiar eso que está sucediendo, habrás de modificar el comportamiento que está generando que vivas esa situación.”
Al principio tuve mis dudas, pero luego lo comprendí. Si quiero aprobar matemáticas y no estudio, difícilmente aprobaré. Con lo que tendré que estudiar aprobar. Estudiar o no son la causa del efecto de que apruebe matemáticas o no.
Otra vez un tubo de luz me absorbió y me llevó al siguiente nivel. Frente a mí un cartel decía:
– “La generación está en todo. Todo tiene sus principios masculino y femenino.”
– Estaba claro. La suma de dos polos opuestos es lo que crea las cosas. Espermatozoide + Óvulo = Cría. Ya fuese humana o de cualquier animal.
De repente, me volví a encontrar fuera frente a la pirámide y esa voz del principio me preguntó:
– ¿Cómo te sientes ahora?
– Ahora entiendo muchas cosas. Gracias.
Y nada más decir eso, “amanecí” en la cama de mi camarote. Era hora de dormir. Mañana amanecería pronto.
– Sara Estébanez –
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