De pequeños nos enseñaron a hablar y nos hicieron creer que ese era el único método de comunicación que teníamos. Pero esto no es así. No sólo las palabras son nuestro medio de comunicación. También tenemos nuestro hermoso cuerpo para “hablar” con el otro. Existió antes de que apareciese el lenguaje hablado. Es el primer medio de comunicación entre la madre y el niño.
Con él decimos más de lo que nos podemos imaginar. Tanto es así, que conocerlo nos ayuda a mejorar las relaciones con los demás y conocernos a nosotros mismos.
Con él transmitimos lo que pensamos y lo que sentimos. Nuestras entonaciones, nuestros gestos, el tono de nuestra voz y sus modulaciones, nuestras miradas…. Todos ellos nos delatan. De hecho, entre un 60% y un 70% de lo que se comunicamos, lo hacemos mediante el lenguaje no verbal. Si no, piénsalo. ¿Tu postura corporal es la misma si lo que te dice tu interlocutor te aburre, que si te resulta interesante?
Muchos de nuestros movimientos, gestos, miradas, posturas o la forma de hablar que usamos son algo inconsciente. Salen “así porque sí”. Pero, además, los percibimos aunque no seamos totalmente conscientes de ellos. ¿Te ha pasado alguna vez que al rato de estar hablando con alguien que acabas de conocer has tenido la sensación de que esa persona no era de fiar? Seguro que sí.
¿Por qué has tenido esa sensación? Algún gesto suyo, alguna postura, su mirada, las palabras que ha usado (el contenido, su vocabulario, su tono de voz…), cualquier cosa, no te ha gustado y esto te ha hecho sentirte incómodo
Cuando hablamos con alguien, estamos comunicando muchas más cosas de las creíamos estar haciendo. Lo que decimos y cómo lo decimos tiene su importancia, por supuesto, esto es innegable, pero los gestos, nuestro rostro, la postura que adoptamos o la forma en la que miramos a nuestro interlocutor también están reflejando nuestro verdadero Ser. Después, las sensaciones que generamos en el otro, el cómo le hacemos sentir también juega un papel muy importante. Pero no sólo hablando directamente con alguien. Cuando vemos a alguien, en un bar, en la cola para pagar…, ahí podemos tener esa percepción de sus gestos no verbales.
Nuestro cuerpo nos delata a niveles infinitos y de los que no somos conscientes.
Continuará…
-Sara Estébanez-
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