Este fin de semana, en España, ha habido elecciones europeas. Y ahí estuve yo en una mesa electoral.

Hubo un momento en el que se me acercó a hablar una persona del pueblo. Sabía que era del partido contrario al que yo representaba. Pero por encima de las sigas están las personas. Podemos tener amigos de diferentes partidos políticos y no por el hecho de que difiramos en opiniones, tenemos porqué dejar de hablarnos. Antes de la política está la amistad.

En ese rato que estuvimos hablando, lo comentábamos. Da igual a qué partido pertenezca uno u otro, lo más importante es que sean honestos y humildes. Y eso es lo que muchas veces se nos olvida. Es básico que para que la gente que represente a quien sea (país, pueblo, asociación de vecinos, pareja… lo que sea), sea HONESTO. Y sin representar a nadie. Creo que la honestidad es algo básico en toda relación humana. Pero a pesar de ello, es algo que muchas veces se nos olvida.

¿Has visto alguna vez un partido de fútbol? Da lo mismo del equipo que seas. ¿Has visto aunque sea un poquito? Seguro que sí. ¿Te has fijado con qué “teatralidad” se tiran al suelo al más mínimo roce del contrario para así conseguir que el árbitro pite una falta a su favor? No le ha tocado para nada, sólo le ha rozado, pero se tira y gime como si le hubiera partido la crisma. Yo siempre lo digo, “la segunda “asignatura” en los entrenamientos es teatro”. Tienen que aprender a fingir para engañar al árbitro.

Y la pena es que en nuestra vida, en nuestro día a día, la honestidad brilla por su ausencia. Me escabullo y voy sin pagar, engaño al camarero diciéndole que me he tomado un café cuando me he tomado tres. Me dan la vuelta mal porque me han cobrado de menos y no les digo nada y me voy. Y así podría llenar un infinito de actuaciones en las que la honestidad no existe. ¿Y luego queremos que nuestros hijos nos digan la verdad? ¿Cómo? Si ya les estamos enseñando a mentir en cada acto en el que no estamos siendo sinceros/as.

Si queremos un mundo donde la gente no mienta y sea honesta, da igual, pareja, hijos, vecinos, políticos, lo que sea, los primeros que debemos dar ejemplo somos nosotros mismos. “Como es adentro, es afuera.”

Y aquí te he hablado de honestidad, pero puedo ponerte cualquier otro valor: respeto, ayuda, gratitud, amor, responsabilidad… Si queremos que ese valor esté en nuestras vidas, deberemos ser nosotros los primeros que vivamos en él, pero de verdad.

¿Respetar es mirar por encima al otro/a y creerte más que él o ella?

¿Ayuda es ver a una persona minusválida que no puede coger un producto de la estantería y pasar de largo olvidándote de ella?

Te invito a que hagas una lista de cuáles son tus valores y qué acciones están relacionadas con ellos y cuáles no. Y después analices hasta qué punto estás viviendo en tus valores.

-Sara Estébanez-

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