Muchas veces, cuando las cosas no nos salen a la primera, las calificamos de fracaso. Lo vemos como algo inalcanzable. Lo dejamos de lado y nos vamos a otra cosa. ¿Qué nuestro hijo suspende matemáticas? Lo primero que pensamos es que “Está claro, no vale para las matemáticas. Tendrá que dedicarse a otra cosa.”. Y yo pregunto. ¿De verdad es así? ¿Todo nos tiene que salir a la primera? ¿Si no lo conseguimos en el primer intento es que somos unos ineptos? No lo sé, pero creo que Thomas Alva Edison te diría lo contrario.

Edison trabajó durante casi tres años realizando un experimento. No le salía y no le salía. Tanto es así, que las setecientas veces primeras veces no lo consiguió. Sí, has leído bien, 700 veces. Aun así, él seguía ahí, intentándolo una y otra vez.

Todos sus colegas y estudiantes se sentían frustrados. Llevaban ahí, tres años trabajando en algo que no les producía ningún resultado positivo. Era insostenible. Tanto es así, que un día decidieron reunirse con él para decirle que lo dejara. Que ya era algo imposible y que no darían con la solución.

Por lo tanto, le dijeron: “Hemos fallado setecientas veces. Ya es un fracaso absoluto. No hemos logrado nada. Tenemos que parar”. Nada más oír esto, Edison soltó una carcajada y dijo: “¿De qué estáis hablando? ¿Fracasado? Hemos tenido éxito en descubrir que setecientos métodos no serán de ninguna ayuda. ¡Cada día que pasa nos acercamos cada vez más a la verdad! Si no hubiéramos llamado a esas setecientas puertas, no habríamos podido saberlo. Pero ahora estamos seguros de que hay setecientas puertas falsas. ¡Es un gran logro!”.

Edison lo tenía claro, el no dar con la solución te está dando pistas de cómo llegar a tu objetivo. Te está diciendo que por ahí no has de ir y que busques otro modo de hacerlo. Y esto es lo que debemos hacer cuando veamos que hemos cometido un fallo. En nosotros está verlo como algo imposible de lograr o como unan pista que nos está ahorrando tiempo y energía diciéndonos que no vayamos por ese camino y busquemos otro.

Es como en la foto. Imagina que estás buscando un libro en una biblioteca. ¿Si a la primera no lo localizas, ya decretas que no es posible encontrarlo? Lo buscarás. ¿No? Pues en nuestras metas sucede lo mismo. En uno de esos intentos está la solución.

Tú eliges si seguir intentándolo o dejarlo por imposible.

-Sara Estébanez-

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