En la vida hay cosas que nos gustan y cosas que no. A todos nos pasa. Lo que sucede es que no a todos nos gusta o nos desagrada lo mismo. Y claro, en nuestras relaciones no siempre sabemos qué es lo que le complace o le fastidia a esa persona. Y lo mismo les pasa a ellos. No son conocedores al 100% de lo que nos hace sentir placer y de lo que no. La cuestión es qué hacer en cada situación.
Cuando lo que nos dice o hace nuestro acompañante nos gusta, ¡genial! ¡Maravilloso! Lo disfrutamos y nos sentimos complacidos. Pero cuando no es de nuestro agrado, ahí cambia la cosa.
Lo suyo es decirle al otro que lo que ha dicho o hecho nos ha molestado. Sin embargo, muchas veces no sabemos cómo hacerlo. ¿Qué pasa entonces? Que o reventamos cual bomba que acaba de estallar o nos callamos y no decimos nada. Y en ambos casos nos perjudicamos a nosotros mismos y a la relación que tenemos con esa persona. ¿Cómo es esto?
Cuando saltamos y dejamos sacar nuestra ira a flote estamos perjudicando nuestra relación con esa persona. A nadie le gusta estar con nadie que revienta cual bomba ante la más mínima situación que no sea de su gusto. Pero además, nos estamos perjudicando a nosotros mismos. Esa ira que sacamos baja nuestra vibración. Y además, muchas veces hace que después nos sintamos culpables por lo que hemos dicho o hecho. ¿Consecuencia? Lo mismo, nuestra vibración baja y no nos encontramos bien.
Y cuando nos callamos y no decimos nada sucede lo mismo. El tragarnos las molestias que nos han generado lo que esa persona ha dicho o hecho está haciendo que nos sintamos mal con nosotros mismos.
¿Qué pasa entonces? Que nos quedamos ahí internamente pensando en lo que hemos dicho o hecho o en lo que no hemos dicho o hecho. Somos como un disco rallado enjuiciando a la otra persona o a nosotros mismos. Hemos hecho algo en contra de nuestra forma de ser. Algo que no va acorde a nuestra personalidad. ¿Qué pasa entonces? Que no nos encontramos a gusto con nosotros mismos, ni con la otra persona.
¿Qué hacer para evitar esto? Hablar desde el respeto con el otro haciéndole ver nuestro punto de vista y, sobre todo, respetándonos a nosotros mismos y acorde a nuestros valores.
-Sara Estébanez-
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