De repente, dos hombres que no se conocen mueren en una diferencia de tres días de un infarto. Esto en principio, lo veríamos como algo normal, pero ¿y si te digo que eran consuegros? ¿Que sus hijos formaban pareja? Ahí la cosa ya cambia. ¿Verdad?

Estos consuegros que no se conocen de nada mueren el mismo mes del mismo año, y con una diferencia de tres días. ¿Qué había pasado? Estaban unidos entre sí. Aunque ellos no lo supieran las ramas de sus árboles estaban unidas.

Sus dos hijos estaban destrozados. Vieron cómo así de repente, en un santiamén, los dos se quedaron sin padre. No había señales de ello, sin embargo a los dos consuegros les dio un infarto. Los médicos no pudieron hacer nada y los dos se fueron.

Nuestro árbol genealógico es muy grande aunque no seamos conocedores ni de la mitad de las personas que lo conforman. Un bebé abortado en secreto, un casamiento silenciado y no compartido, un parto múltiple donde sólo se da conocimiento del que nace, o como estos dos consuegros que no se conocían. Los dos estaban el uno en el árbol del otro. Pero lo ignoraban.

Las fechas nos dan muchas pistas. Nos dicen más de lo que nos imaginamos. No sólo la de nacimiento y muerte. Toda fecha importante para alguien tiene información que darle: una boda, un accidente, una jubilación… da igual, toda fecha nos quiere decir algo.

Cada día es una pista un “te quiero contar” que muchas veces no queremos escuchar.

A veces te das cuenta de que esa persona es tu gran maestra, de la que tienes que aprender un montón de cosas y lo desconoces. Pero no lo sabes. Nadie te ha contado que esas fechas de tu árbol lo son todo.

Demos las gracias a nuestro árbol porque él nos está diciendo todo.

Gracias.

-Sara Estébanez-

 

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