El mes pasado fueron las fiestas de nuestro pueblo. Habitualmente no solemos ir, pero mi pareja era concejal de la oposición y debía hacer acto de presencia y yo ahí que le acompañé.
Hasta aquí todo perfecto.
Pero, qué craso error. Olvidé protegernos energéticamente. Estamos hechos de energía y todo lo que nos rodea es energía. Hay energía positiva de amor y de seres de luz o negativa de todo tipo de personas que te desean todo, menos que seas feliz o te vaya bien en la vida. ¡Menudo error! ¡Cuánto me acordé a los dos días siguientes de ese insignificante olvido!
Cuando vamos a estar con poca gente no hay problema. La energía negativa que les rodea o sus pensamientos negativos hacia nosotros tienen su fuerza, pero no tanto como la de más de 300 personas. Imagínate. Pues todas sus miradas de odio, rencor, ira… que fueron hacia nosotros se quedaron ahí impregnados en toda nuestra ropa y en nuestro cuerpo. Sí, el cuerpo también se carga energéticamente con la energía que le rodea.
¿Consecuencias? Mi pareja el lunes con fiebres altas todo el día, sudando y echándolo todo. Y el martes, yo con diarrea. ¿Algún bicho? ¿Algún parásito? No lo sé. No sé qué fue. Pero nada más ver la situación nos dimos cuenta rápidamente, se nos había olvidado protegernos.
¿Qué hacer en estos casos?
Lo ideal es que en cuanto volvamos a casa, nos metamos en la ducha con el chorro a tope de fuerte y recorramos con él todo nuestro cuerpo imaginando cómo esa energía negativa se va diluyendo y marchando según nos va cayendo el agua. Después, coger sal gorda y hacer lo mismo. Restregarnos por completo con sal gorda frotándonos bien. Y sin aclararnos, cojamos el gel de ducha que usemos habitualmente, y nos lo restreguemos por todo el cuerpo junto con todos los granos de sal gorda que tenemos puesta. Y exactamente igual, restregar con ahínco visualizando cómo el jabón junto a los granos de sal van “arrancando” y “disolviendo” toda esa energía sucia que llevamos impregnada. Nos aclaramos. Nos hidratamos la piel con nuestra crema habitual y ya estamos limpitos. Nos vestimos con ropa limpia y ya está.
¿Y la ropa que llevábamos? A lavar. No te la pongas sin lavar, pues estarás volviendo a ensuciarte con toda esa energía negativa que llevabas con ella. La lavas en la lavadora como siempre y ya estará limpia y a tu disposición para que te la pongas.
En definitiva, lavarte tú con ganas y lavar la ropa que llevabas para despegar toda suciedad y quedar todo limpio.
-Sara Estébanez-
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